La asociación Tursiops estudia los movimientos de estos cetáceos en el Mediterráneo occidenta | Archivo

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Una comunidad de unos 400 cachalotes surca el Mediterráneo occidental, lo que convierte el mar de Balears en un «enclave estratégico de primer orden» para la conservación de esta especie. Así lo asegura la asociación Tursiops, que desde 2003 investiga los cetáceos en el Archipiélago.

En estos 13 años de trabajo han fotografiado e identificado 86 ejemplares de cachalotes por lo que la entidad estima que la comunidad ronda los 400. La investigación de los cetáceos se realiza mediante sistemas acústicos, fotografías y ecolocalización, explican. Ahora, el resultado de todo este trabajo ha sido publicado en la revista de divulgación científica «Quercus» lo que supone un paso más en su empeño para preservar la biodiversidad marina.

El biólogo y presidente de Tursiops, Txema Brotons, explica que trabajan para que la zona de Llevante del mar de Balears sea declarada de especial interés y así asegurar la vida de estos animales. En concreto las zonas con más población de cetáceos va «del sur de Formentera al norte de Menorca, por la zona del Levante», explica Brotons.

La investigación científica de la asociación cuenta con el apoyo de la Universidad Sant Andrews y en estos años han identificado «zonas de conflicto con la actividad humana, especialmente con el tráfico marino y la contaminación acústica». «Es muy importante determinar los corredores con más presencia de cachalotes para evitar zonas de conflicto; en nuestras campañas hemos identificado tres animales que habían sido atropellados y presentaban heridas. Estos son los que han sobrevivido, no sabemos si otros han muerto», explica el presidente de Tursiops.

Brotons reconoce que en ningún caso están hablando de paralizar el tráfico marítimo sino de tomar medidas para evitar amenazas como las colisiones con grandes buques. «Soluciones hay muchas y diversas, lo que debe haberse es intención de investigar para tomar medidas», recalca.

Pero cualquier investigación requiere financiación, un tema que con la crisis se ha agravado. Txema Brotons lamenta que entre 2010 y 2012 la asociación que preside tuvo que paralizar las campañas de investigación por falta de recursos. En 2013 reemprendieron la actividad científica solo gracias a los voluntariados medio ambientales.