A la fiesta asistieron cerca de 400 jóvenes de todos los municipios | Josep Bagur Gomila

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Puntuales como un reloj, a la hora prevista, este sábado cerca de cuatrocientos niños de entre 8 y 9 años comenzaron a desfilar por el pasillo de la sala multifuncional del Canal Salat. Y lo hicieron con la alegría que trasmite el himno góspel «When the saints go marching on» para inaugurar la que ya es la edición número 23 de la Trobada de la Infància Missionera, una fiesta pensada para los jóvenes que este año cumplirán con el rito de la primera comunión y que durante los últimos cuatro años se ha celebrado en Ciutadella.

Una mañana para cantar, y con mucha alegría, disfrutar y reír, pero también para aprender anunciaba, guitarra en mano, el maestro de ceremonias. El encuentro, celebrado bajo el lema de «Gracias», es según el director de Secretariado de Catequesis, Vicenç Llabrès, un espacio perfecto para hacer entender a los jóvenes «lo afortunados que son de tener lo que tienen. Han de tomar conciencia de que hay otras personas que sufren muchas necesidades y estar agradecidos».
Desplazados desde todas las parroquias de la Isla, una veintena, los niños disfrutaron de una mañana repleta de actividades, guiadas por un hilo musical pero en la que también hubo tiempo para representaciones teatrales, como la que escenificó el programa Teatre en Família, dirigido por Mari Genestar.

Durante la celebración de la fiesta se llevó a cabo la entrega de obsequios a los autores de las fotografías seleccionadas para participar en la fase nacional del concurso de fotografía «Di gracias con una foto». Una jornada breve pero intensa, en la que no faltó tiempo para la oración y la colecta de aportaciones económicas de los diferentes grupos de catequesis.

Así, la Trobada de la Infància Missionera cumplió con sus principales objetivos, que son «iniciar a los pequeños en la experiencia de contemplar la vida como un don de Dios», promover entre ellos los actos de gratitud, tal y como rezaba el lema de esta edición, invitar a compartir con los demás y promover la generosidad y la fraternidad con los más necesitados. Así lo recuerdan desde la organización del evento el Obispado de Menorca.

Casi dos horas después, tal y como comenzaron, cantando con alegría, los jóvenes se despidieron de la fiesta misionera hasta la próxima edición.