Guillem López Casasnovas en el momento de recibir la distinción en el Palau de la Generalitat | Jordi Bedmar Pascual

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Guillem López Casasnovas recibió ayer en el Palau de la Generalitat de manos del presidente catalán Carles Puigdemont la Creu de Sant Jordi, una de las máximas distinciones que puede recibir una persona por parte de la institución catalana. «No es un reconocimiento fácil y valoro sobre todo no haber dependido de nadie para alcanzarlo, me han felicitado personas de los más diversos ámbitos y posiciones. Gracias a la cátedra universitaria he tenido la oportunidad de decir lo que pienso con plena libertad sobre cómo veo el mundo desde criterios académicos. Soy un afortunado», manifestaba unas horas antes de la celebración del acto institucional.

Citaba su satisfacción desde la neutralidad con la que ha trabajado «y ha contribuido a la ciencia económica, con líneas de investigación como la eficiencia del sector público y su revisión en el ámbito sanitario, las balanzas fiscales entre comunidades autónomas o las haciendas locales», según recoge el decreto de concesión del galardón de la Generalitat.

La trayectoria que le ha llevado a este reconocimiento incluye presencia en numerosos organismos, más de veinte fundaciones y consorcios, de asesoría y apoyo, de ámbito local, regional, nacional e internacional, sin retribución en la mayoría de los casos, salvo en el de consejero del Banco de España, cargo que ocupa actualmente.

A pesar de ello, reconoce sorpresa al ser distinguido con la Creu de Sant Jordi, «pensaba que con el Premio Ramon Llull ya estaba amortizado este campo», señala, pero al obtenido por su comunidad de nacimiento suma ahora el de la tierra de adopción, «me siento muy honrado, por supuesto».

López Casasnovas combinó el agradecimiento con un estado personal de indisimulado orgullo que se filtraba en la conversación periodística a través de detalles de buen humor, inspiración y espontánea locuacidad. Entre las autoridades que le acompañaron en el acto, estuvieron la presidenta del Consell Maite Salord y el obispo auxiliar de Barcelona, su amigo Sebastià Taltavull. Las seis invitaciones personales fueron para su hermano Joan Francesc, dos hijos -«porque mi hija que me ha hecho abuelo no podrá asistir»- Lluís Hernández, del Cercle d'Economia de Menorca, compañeros de curso de Económicas y Antoni Arias, «un buen amigo  de Alaior, colega de excursiones», explicaba poco antes de vestirse elegante para el acto.