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El rastro de una varicela reciente les dejó en tierra. Le ocurrió a una familia vasca de vacaciones en Menorca, cuando el pasado viernes 27 de mayo el comandante del vuelo Vueling 3805 de regreso a Bilbao programado a las 11.10 horas les negó el embarque después de que una azafata observara las costras típicas de la última fase de esta enfermedad en sus dos hijos, de once meses y tres años.

Según el relato de la madre, que ya ha interpuesto sendas reclamaciones a AENA y a la compañía aérea, se les negó la entrada en el avión a pesar de que en la cola de embarque había un médico que se ofreció a certificar que ya no existía riesgo de contagio.

Tras las reiteradas negativas del comandante, la mujer sufrió una crisis de ansiedad por lo que, ante la ausencia de servicios médicos en el aeropuerto (no están obligados los aeródromos con menos de ocho millones de pasajeros al año) llamaron a una ambulancia, cuyos sanitarios redactaron el informe que acreditaba que, efectivamente, ya no existía ningún riesgo. Pero el vuelo ya había partido sin ellos.

Desde la compañía explicaron ayer que el comandante del vuelo es la máxima autoridad y justificaron su decisión por las dudas que ofrecía la presencia de estos dos menores en el avión, vistos los rastros evidentes de varicela. La compañía aseguró a este diario que es responsabilidad de los padres aportar el informe que descarte riesgos.

SIN MALETAS
Vueling defendió que no tenía obligación de  ofrecerle un vuelo alternativo gratuito y que aún así lo hicieron. Finalmente la familia partió en un vuelo con escala en Barcelona a las 18.40 horas.
La odisea de la familia no acabó aquí ya que al llegar a Bilbao, con retraso acumulado,  sus maletas no estaban, aunque afortunadamente aparecieron un día más tarde.