Para la fotografía ha elegido unos estribos por su relación con el mundo del caballo desde que tenía ocho años. Además, explica, es un símbolo de equilibrio, dan seguridad y confianza y ya se sabe que no conviene perderlos nunca. | PACO STURLA

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Miquel Company (Maó, 1985) es un joven valor del PSOE, donde casi todo le ha llegado de golpe. Fue designado candidato y casi simultáneamente ascendido de director insular a conseller por la dimisión de Santiago Florit. Milita en el PSOE por convicción en los principios de la socialdemocracia. Ha trabajado en el comercio y en la banca, tiene el propósito de inicar estudios universitarios de ciencias sociales.

¿Cree en el Senado, que otros partidos cuestionan o abogan por su desaparición?
— Antes de la supresión, deberíamos convertirla en una cámara auténtica de representación territorial. Está denostada, es cierto, pero se ha de hacer pedagogía sobre su papel, su reforma y mejoras de funcionamiento han de discutirse en el propio Senado.

¿Le desanima que haya dos candidatas por delante de usted en las encuestas?
— No, las encuestas no me desaniman. Las sigo, no dudo de ellas, sabemos que las hacen medios que también tienen sus intereses y su público, y por eso no coinciden. Me preocupan, claro, pero nuestra misión no es combatir las encuestas sino hacer propuestas para mejorar las condiciones de vida ciudadana. Con Felipe González o con Zapatero tampoco nos eran favorables.

¿No es demasiado joven para una institución como el Senado?
— No es cuestión de edad sino de sentido común y criterio en la defensa de las ideas, lo puedes hacer con 15, 30 o 60 años, lo que cuenta es la firmeza y los argumentos. Lo que ha de contar es la voluntad de hacer bien las cosas.

¿Qué propone que no propongan otros candidatos?
— Diálogo y consenso como vía política, tenemos ideas y propuestas muy potentes en el programa y somos un partido al que no le ha costado llegar a pactos con otros partidos, nuestros valores por la democracia y el bienestar ciudadano están demostrados, lo podemos abanderar, sin ninguna duda.

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¿Qué puede hacer un senador por Menorca?
— Antes de nada, un senador y cualquier representante político lo que ha de hacer es escuchar y entender lo que está pasando. Algunas senadoras ya tienen definidos los problemas y la solución, no la he visto, sinceramente. Prefiero hablar antes con entidades y asociaciones, escuchar primero sus problemas y hacer entender en Madrid que no somos solo un lugar de vacaciones sino un territorio en el que hay ciudadanos con necesidades.

Después del domingo, ¿por qué tipo de pacto se inclina?
— Me gustaría un pacto que ponga los intereses de las personas por delante de los políticos. No me gusta hablar de pactos con quién sino de pactos de qué, el pacto ha de servir para que la gente entienda que la política sirve para arreglar problemas, no como estorbo.

De golpe ha sido usted conseller y candidato al Senado, ¿es el nuevo valor del PSOE?
— No, somos un partido con 137 años de historia y hemos de jugar todos cuando nos corresponde, hemos de asumir nuestra parte de responsabilidad cuando nos toca. La asumí cuando me pidieron ir en la lista del Consell de número cuatro y la he asumido ahora, las circunstancias ocurridas en dos semanas han hecho concidir las dos cosas.

¿Le beneficia o le perjudica?
— Ni una cosa ni la otra. La política para que las cosas vayan mejor son tan aplicables en el Consell como en el Senado. Desde luego no compatibilizaría cargos.

¿Cuál es el primer problema de Menorca?
— El primer problema de los menorquines es la desigualdad y la injusticia. La desigualdad en sentido amplio de bienestar social, infraestructuras, transporte, oportunidades, género.