El inculpado negó todos los hechos en la declaración ante el juez a preguntas de la fiscal, su abogada y el de la acusación. | Gemma Andreu

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El acusado de abusos sexuales continuados a la ayudante de cocina del local de su propiedad, en Cala en Porter, insinuó ayer la existencia de una confabulación entre la presunta víctima y el cocinero del establecimiento, con el que mantendría una relación sentimental clandestina, ya que ambos estaban casados con sus respectivas parejas, para provocar un despido improcedente y obtener una mayor indemnización.

En la celebración del juicio el inculpado negó haber realizado tocamientos en gluteos y pechos a la víctima en la antesala de la cámara frigorífica del bar, donde trabajaba la mujer, de origen marroquí, así como en el domicilio de su madre situado junto al mismo local. La presunta víctima se reafirmó en la acusación por los hechos ocurridos entre 2014 y 2015.

Durante la prolongada vista oral, el acusado dijo que había sido amenazado por el cocinero, también marroquí, con fotografías y vídeos que nunca aparecieron y con enviarle «amigos malos» para que le agredieran. Aseguró, además, que el hermano de aquél le propuso que le pagara una suma de dinero para solventar el caso, a lo que él se negó.

Afirmó que no coincidía nunca en solitario con la mujer y dijo que ni siquiera hablaba con ella. Reiteró que nunca le puso una mano encima, «no sentía ninguna atracción por ella», y explicó que «vestía con tanta ropa que ni aún queriendo se la pueda llegar a tocar».

El acusado, de 59 años de edad, fue el primero que presentó una denuncia contra el cocinero, con el que siempre se había llevado bien, después de que éste, a principios de junio de 2015, le pidiera explicaciones respecto a su relación con la ayudante de cocina que se había negado a realizar un trabajo concreto harta de los presuntos abusos de su jefe. El cocinero, dijo el inculpado, blandió dos cuchillos en tono amenazante, lo que originó una discusión. «Entiendo que querían forzar el despido y que era un acuerdo entre los dos».

La presunta víctima

La mujer, por su parte, defendió que si no denunció antes el presunto abuso sexual de su jefe, ni se lo comunicó a la esposa de éste que también trabaja en el local, fue «porque no podía hacerlo, me amenazaba con despedirme y con decirle a mi marido que yo iba con otros hombres, y era la misma amenaza para seguir haciéndomelo».

Aseguró que su jefe buscaba excusas para coincidir con ella en la antesala del frigorífico, que le realizaba los tocamientos cuando se encontraban a solas y que cuando le pedía que fuese a casa de su madre trataba de besarla y le pedía relaciones sexuales que ella siempre negó. «A veces me agarraba por el pelo, pero yo no podía denunciar esto porque mi marido está enfermo y esto suponía la cárcel o que me quitaran a mis hijos». Recordó a que a raíz de lo sucedido, su esposo la ha abandonado y no recibe manutención para sus hijos».

Respecto a su presencia en horas nocturnas en el local, fuera de temporada, aseguró que «no iba a buscar nada al frigorífico, solo iba a cobrar los atrasos que todavía me debía».

El jefe de cocina

El cocinero admitió que nunca vio a su jefe abusar de la ayudante de cocina pero sí dijo que éste cerraba la puerta del frigorífico cuando entraba y la mujer se hallaba en su interior, al contrario de lo que hacía ella que siempre la dejaba abierta. Añadió que cuando le pidió explicaciones sobre los presuntos abusos, negando que le amenazara con ningún cuchillo, «me dijo que él estaba en su casa y en su tierra y que lo que yo tenía que hacer era irme a la mía. Me sorprendió que después de 17 años de trabajar con él me dijera esto».

La declaración del acusado fue refrendada por un testigo de la defensa, policía local, cliente y vecino, quien aseguró haber visto al cocinero y a la mujer en actitud íntima en un parque próximo al local y dijo haber oído que tenía deudas en su país. Ambos negaron la existencia de esta relación.

El testigo recordó que mostró su enorme extrañeza cuando advirtió cómo la presunta víctima entraba en el local en una noche de invierno sabiendo que estaba cerrado y que podía hallarse solo el dueño en su interior, para sacar alimentos que guardaba en el frigorífico, con permiso del propietario. «Si tu eres acosada por tu jefe no acudes a un lugar donde puedes encontrarte con él a solas», dijo el testigo.

La fiscal mantuvo la petición de dos años de prisión al inculpado y 12.000 euros de indemnización. La acusación pide 3 años y medio por abuso y acoso, y 37.000 euros.