El joven de Ciutadella estará en Amherst hasta el mes de septiembre

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Josep Mercadal es un joven psicólogo que como parte de su formación realiza una estancia en Estados Unidos. Investiga y completa sus estudios en la University of Massachusetts, una prestigiosa red de centros superiores con sede en Amherst, donde reside. Tiene claro que no ha llegado a esta ciudad universitaria -de sus casi 38.000 habitantes en el censo de 2010 se calculaba que cerca de 30.000 eran estudiantes de todo el mundo-, en la mejor época del año para conocer gente, el verano, pero sí para trabajar en su doctorado, que se centra en la adopción.

¿Cómo pudo acceder a esta universidad norteamericana?
— Gracias al contacto con Harold D. Grotevant, un experto mundial sobre temas de adopción que es catedrático de Psicología en la University of Massachusetts y a quien conocí el pasado enero en un congreso, International Conference of Adoption Research (ICAR), celebrado en Nueva Zelanda. Él me invitó a venir a Estados Unidos para trabajar en uno de los artículos que forman su tesis, de modo que yo pudiera formarme y ayudarles. Mi trabajo de doctorado es por artículos, ahora estoy en el cuarto y colaboro con un artículo que ellos están redactando.

¿Qué hacía en ese encuentro en Nueva Zelanda?
— Por mi tesis, fui a dar una conferencia. Yo tengo mi base en la Fundació Vidal i Barraquer de Barcelona, allí trabajo, en el departamento de clínica, donde veo a pacientes, y en el Instituto Universitario, que se dedica a la docencia y la investigación. Formo parte del Grup de Recerca de Parella i Família de la URL. La fundación mantiene un convenio con la Universitat Ramon Llull y ésta a su vez forma parte de un campus de excelencia internacional, el Aristos Campus Mundus, junto con la Universidad de Deusto y la Universidad Pontificia Comillas. A través de ellos existen colaboraciones con universidades extranjeras como las de Boston.

Y a través de esos distintos centros ¿ha hallado alguna ayuda para viajar?.
— Así es, tengo casa, billete y manutención gracias a una beca de ayuda a la internacionalización del personal investigador de los grupos de la Universitat Ramon Llull 2016. Como equipo hemos conseguido otras becas, una de I+D del Ministerio de Economía (incluida en el Plan Estatal de Investigación Científica y Técnica y de INnovación 2013-2016) y ayudas a proyectos de investigación del personal docente e investigador de la 'Ramon Llull' (esta me llevó a Nueva Zelanda) pero no solo yo. Las solicitamos y logramos como grupo y luego las disfruta uno u otro en función del trabajo a realizar.
La beca me permite vivir solo, en una pequeña urbanización a las afueras, en la que hay instalaciones deportivas para practicar baloncesto, tenis, hay piscinas y barbacoas...

No parece que sea muy difícil aclimatarse entonces.
— Bueno al principio siempre es duro porque todo es nuevo y estás solo, pero has venido a trabajar de lo tuyo. El que la urbanización tenga este tipo de oferta es lo único que me facilita conocer gente, porque sin vehículo cuesta encontrar ambiente y más en estas fechas. Aquí las distancias son grandes, todo el mundo va en coche y se reúnen en lugares como este. Aún así echo de menos la comida (ríe), esto les va a gustar a mi madre y a mi abuela, estarán contentas.

De todos modos su estancia es limitada ¿cómo lleva su trabajo de doctorado?
— Es un proceso largo, consta de cuatro artículos y estoy en el cuarto. Calculo que a finales de 2017 lo tendré terminado. En Massachusetts estaré hasta septiembre.

¿A qué dedica su tesis?
— Es sobre la adopción, en especial la internacional, y también sobre la importancia de la comunicación familiar en torno a los orígenes del niños, así como el tiempo y la calidad de ese tiempo, que los padres dedican al hijo adoptado desde que llega y hasta que por ejemplo entra en la escuela, porque e es importante y facilita el apego seguro del menor. Ese ajuste psicológico es importante para cualquier niño, pero mucho más en los adoptados.

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¿Y por qué internacional? ¿No hay niños que necesiten ser adoptados en nuestro país?
— No. Hay poca adopción nacional en España, en Estados Unidos por ejemplo hay más niños nacionales para adoptar. También existen opciones diferentes como la adopción abierta, en la que el menor conoce y tiene contacto, relativamente frecuente, con sus padres biológicos; al ser los niños del mismo país resulta más fácil. Esto en España no está estipulado por ley. Sin ese contacto se rompe el apego con la familia biológica y los padres adoptivos tienen que reconstruirlo.

Es posible que en ocasiones ese contacto no sea positivo.
— Creo que está bien que exista la posibilidad pero eso no significa que se tenga que aplicar en todos los casos, es necesario consejo psicológico al respecto.

¿Qué otras diferencias observa en su campo profesional entre ambos países?
— Aquí los temas de investigación tienen muchos más recursos económicos. En España necesitas una búsqueda intensa de subvenciones, ayudas y becas para poder investigar. En EEUU el Estado financia mucho más. Eso es positivo. Otra diferencia importante que he notado es que aquí, en un mismo grupo o equipo, sus integrantes son competitivos entre ellos. En nuestro grupo de Barcelona somos competitivos respecto al exterior pero dentro, somos un equipo, sin embargo aquí tengo la sensación de que en un mismo grupo todos quieren destacar.

¿Convive con muchas nacionalidades?
— Así es, Amherst es un pueblo universitario, aunque ahora en verano la mayoría regresan a casa, a otros estados y países. Hay mucha diversidad, ahora mismo la mayoría son de países asiáticos, también hay sudamericanos, pero la verdad es que escucho poco hablar en español por aquí.

¿Cómo se están viviendo en su entorno cuestiones como la carrera electoral Trump-Clinton o las tensiones raciales?
— Esta es una zona muy tranquila, no veo que se viva el problema racial como en otras ciudades. En cuanto a las próximas elecciones y Donald Trump, tengo la sensación de que todo el mundo le critica pero que muchos le votarán, creo que hay voto oculto hacia él y desde luego casi solo de habla de él, no de otros candidatos.

Al finalizar su experiencia en Massachusetts regresará a Barcelona ¿cuál es su trabajo en la Fundació Vidal i Barraquer?
— Mi trabajo se centra principalmente en la investigación, aunque también hago clínica, cubriendo desde la Fundació el Servicio de Asesoramiento Psicológico de la Universitat Pompeu Fabra.

¿Qué tipo de problemas presentan los estudiantes?
— La mayoría acuden a la consulta porque les cuesta concentrarse, pero eso no es el problema en sí, sino un síntoma. Detrás suele haber situaciones familiares, esquemas desestructurados que impiden la concentración. Yo les presto asesoramiento, no terapia.

¿Percibe cambios en la forma en que la gente se toma el acudir a una consulta psicológica?
— En eso sí que hay diferencia respecto a EEUU. Aquí parece que ir al psicoanalista enorgullece a la persona, sin embargo en España se está rompiendo pero aún es un poco tabú, como si estuvieras mal, cuando la psicología sirve para reparar, pero también para mejorar no desde la patología sino desde la normalidad. Tampoco ayuda que en la sanidad pública haya largas listas de espera ya que ir a un psicólogo privado es caro.