Caritas lucha para mejorar la vida de los más necesitados. Este lunes fue el Día Internacional para Erradicar la Pobreza. | Gemma Andreu

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Mismo número de pobres, pero mayor pobreza. Así podríamos resumir la situación que padecen las personas que siguen en la cuneta de la recuperación económica y social de Menorca. Aunque la cifra de personas que han pedido ayuda en estos primeros nueve meses del año no ha variado con respecto al mismo periodo del año anterior, lo cierto es que lo han hecho en una situación más precaria, más extrema, más cronificada.

Caritas de Menorca informa, en el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, que ha atendido en lo que llevamos de año a un millar de personas, una cifra que sigue la tendencia registrada el ejercicio pasado. En todo el año anterior se atendió a 1.527 ciudadanos, lo que supone que se beneficiaron de la ayuda más de 3.000 ciudadanos, teniendo en cuenta que quien acude lo hace en representación de un núcleo familiar. A una situación de pobreza que «no mejora», en palabras de la responsable del equipo de inclusión social de la entidad, Mar Pons, cabe sumar una realidad mucho más complicada. Pons indica que Caritas se ha percatado de que cada persona que acude a pedir auxilio requiere «más intervenciones, más ayudas, mayor número de acompañamientos» porque su situación «es mucho peor» a los casos que se atendían en años anteriores.

En materia de vivienda, se evidencia esta realidad con un repunte del número de personas que se ha visto en la necesidad de realquilar, es decir, de no poder asumir el coste de un arrendamiento y apostar por la convivencia con otras personas. El 73 por ciento de las personas atendidas por Caritas vive en régimen de alquiler o realquiler. De ellas, el 7 por ciento lo hace en esta tesitura del doble arrendamiento.

Mar Pons advierte a su vez de que tienen severas dificultades para encontrar un piso disponible. En verano, asegura, «fue desastroso». Y cuando se logra dar con alguno, suele estar libre hasta mayo, hasta el inicio de la temporada, una realidad que hace aún más cuesta arriba la reincorporación social de las personas desfavorecidas.

Al otro lado de la balanza está un verano que aunque no ha reducido la cifra de personas atendidas, al menos ha mejorado la realidad de un puñado de ellos y, por tanto han bajado las intervenciones. Han encontrado trabajo para un par de meses, lo que ha hecho más llevadera su precariedad. Ahora llega el invierno. La pobreza volverá a tiritar.