David Carreras, Irene Estaún, Miguel Ángel Martín, Félix Martín y Fina Salord este viernes en la sede del IME | Gemma Andreu

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Lanzarote quiere importar el modelo del Institut Menorquí d'Estudis (IME), aspira a crear un centro de cultura e investigación similar, y a Menorca le gustaría contar con el grado de implantación de energías renovables que tiene la isla canaria, que en 15 o 20 años espera que entre un 50 y un 60 por ciento de la energía que consuma proceda de su propio territorio y sea no contaminante.

Ambas islas estrechan lazos, se preparan para celebrar en 2018 el 25 aniversario de su distinción como reservas de biosfera por la UNESCO e intercambian información sobre cómo gestionan dicho título y las obligaciones que conlleva. Representantes del Cabildo de Lanzarote han realizado la segunda visita en pocos meses a Menorca, con el doble interés de contactar con el Observatori Socioambiental -que en la isla canaria tiene su réplica en dos organismos, el Centro de Datos y el Observatorio de la Reserva-, y conocer el funcionamiento del IME. El próximo encuentro será en Lanzarote «iremos allí para ver cómo lo están haciendo ellos» en materia energética, avanzó este viernes la director insular de Reserva de Biosfera, Irene Estaún, quien admitió que «Lanzarote está avanzando más rápido en energías alternativas». Miguel Ángel Martín, sociólogo y director del Centro de Datos de Lanzarote afirmó que en estos momentos «se está iniciando el cambio de modelo energético», lo que ha supuesto añadir al parque eólico que funciona desde hace ya 20 años «dos grandes aerogeneradores que nos permitirán obtener el 20 por ciento de la energía para desalar agua, que es un gasto bastante importante en la isla».

También se prevé abrir una planta fotovoltaica y hay en cartera más parques eólicos. «La apuesta del Cabildo y de los ayuntamientos con las energías renovables es clara y decidida, y no es de intenciones, tiene sus partidas económicas», explicó. «Queremos algo de soberanía energética», señaló Martín, «para no depender del exterior y por supuesto no contaminar». La necesidad de las instalaciones superó a la contestación social por el conflicto con el paisaje en Lanzarote, que ahora instala los nuevos aerogeneradores en una zona industrial y para la energía fotovoltaica opta por reutilizar antiguas infraestructuras, con «impacto cero» en el entorno.