Joan Mir, el obispo Francesc Conesa y Guillem Ferrer han presentado la memoria de 2016 de Cáritas | Javier Coll

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La mitad de los usuarios de Caritas de Menorca lleva más de tres años recibiendo ayudas y seis de cada diez son españoles. La pobreza sigue sin dar tregua y aunque existe una mejora económica, las personas más desfavorecidas no logran ver la luz.

Caritas Diocesana de Menorca atendió el año pasado a 1.784 personas, lo que significa que se beneficiaron de una ayuda un total de 3.685 personas, teniendo en cuenta que quien pide la ayuda suele hacerlo en representación de un núcleo familiar. La cifra es superior a la registrada en 2015 cuando se atendieron a 1.527 personas.

No obstante, el secretario general Guillem Ferrer no lo achaca a un incremento de las personas que han pedido ayuda sino a una incorporación de los datos y las atenciones que se realizan desde Caritas parroquiales. La cifra, por tanto, se mantiene similar a la del 2015, lo que demuestra, según Ferrer, que la pobreza se está diversificando. Y es que, aunque "la situación no es tan grave por esta mejora en el mercado laboral, muchas familias no pueden resolver todas sus carencias" y siguen pidiendo ayuda.

Además, está resurgiendo este año el problema de la vivienda provocada por la inexistencia de un parque a precios asequibles. Caritas asegura que el problema "resurge" pero desde otra arista puesto que se trata de personas con contrato de trabajo y que no tiene donde dormir. La situación es nueva. Y dificil de resolver, puesto que no tienen el perfil para acceder a un piso social. Ocho de cada diez respuestas que Caritas da al proyecto de acompañamiento en derechos sociales son temas relacionados con la vivienda.