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A principios del pasado mes de abril, un cap de fibló entró por Punta Nati y se cebó con la costa sur de Ciutadella, con Macarella y Cala Galdana como principales focos. Arrasó más de 2.000 árboles en unas 40 hectáreas de extensión y generó una ingente cantidad de residuos forestales. Tras actuar de urgencia y despejar los caminos afectados, las administraciones anunciaron que se trabajaría en la zona para retirar la acumulación de residuos, dado el riesgo de plagas e incendios.

Sin embargo, en algunas franjas de terreno los restos aún permanecen tres meses después de lo ocurrido. Forman todo un polvorín en una época de máximo riesgo como la estival.

Solo hace falta acercarse a la escalera que da acceso al camino de Macarella desde Cala Galdana para observar el rastro del tornado. El punto de entrada está vallado y lleno de señales de «prohibido el acceso», mientras la pasarela se encuentra muy afectada en todo su recorrido. Necesita una reforma general y todo parece apuntar a que no podrá utilizarse durante este verano. Los troncos talados y los grandes árboles arrancados de raíz conviven en el escarpado terreno cercano al mar.

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Inmersa ya en pleno verano —ayer fue el primer día oficial de esta estación—, la urbanización ya está atestada de gente y los visitantes apuran cualquier hueco para aparcar sus coches, incluso a escasos centímetros de las vallas que prohiben el paso. Un vehículo pesado lo hubiera tenido imposible para llegar ayer a la zona.

Partida de 100.000 euros

En los trabajos de recuperación coordinados tras el temporal actuaron diversas administraciones, ya que la responsabilidad difería según la zona afectada. El Consell trabajó en la red viaria y el Camí de Cavalls junto al ayuntamiento. En la zona de Cala Galdana la responsabilidad es de Costas, que tiene pendiente de ejecución una partida de 100.000 euros. El conseller insular de Medio Ambiente, Javier Ares, ha mantenido varios encuentros con portavoces de Costas para tratar de agilizar el proceso. El relevo en la jefatura de Balears —ya en posesión de Carlos Simarro— podría haber sido un factor clave en la demora. Al parecer, todo esta pendiente de los últimos flecos. Dada la cantidad de biomasa en la zona lo ideal sería actuar durante la temporada alta, pese a las posibles complicaciones.

En algunas propiedades cercanas a Macarella también permanecen rastros del tornado. Y los titulares de algunas fincas mostraron su disconformidad ante la tardanza de la retirada de los mismos: «Por suerte en mi propiedad no cayó nada, pero no puedo decir lo mismo de la de al lado. Si toda esa madera fuera pasto de las llamas por accidente seguro que llegaría a mis tierras y tendríamos un gran problema. Lo que ocurre es que ha cambiado de manos y no conocemos al propietario, puede ser que no esté ni en la Isla. Si llega a mi finca... ¿Qué hago? me encuentro totalmente impotente», explicó uno de ellos.