Desde mediados de julio y todo agosto los amarres de Ciutadella rozan la plena ocupación | Sergi García

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El sector náutico reflota y la actividad en el mar navega con todos los vientos a favor. La buena temporada hace que las cifras de negocio se acerquen rapidamente a las de los años previos a la crisis. Las empresas dedicadas al alquiler de amarres en la Isla coinciden en detectar esta mejoría de la actividad. Hay más solicitudes de amarre, mayor actividad en el mar y reservas que se han anticipado ante el temor de quedarse sin opciones para amarrar.

Lo cierto es que el sector roza en líneas generales ocupaciones máximas desde mediados de julio y a lo largo del mes de agosto. En este sentido, aquellas empresas con una cifra de amarres más reducida detectan esta mejora en el número de peticiones que deben rechazar y que en esta ocasión han sido más que en temporadas pasadas. Y repunta la actividad en semanas anteriores a lo que se considera temporada alta propiamente dicha para el sector, entre mediados de julio y todo agosto. Desde el Club Náutico de Ciutadella, su gerente, Matías Campins, apunta a un incremento de la ocupación en los meses de junio y hasta mediados de julio de entorno al 5 por ciento. Por su parte, en Marina Port Mahón también adelantan estas mejoras de la ocupación al inicio de la temporada con incrementos en mayo y junio que giran en torno al 7 u 8 por ciento. «Mayo y junio han marcado este año la diferencia», apunta su gerente Francisco Llobera. «El arranque de la temporada nos sorprendió. Fue fuerte», indica. El tiempo en julio no ha sido estable. Las ocupaciones han sido similares a ejercicios pasados.

Por su parte, desde el Club Náutico de Fornells, el gerente Frank Llull, explica que en su caso, en fechas de Sant Joan los amarres alcanzan el 100 por cien de ocupación, luego registran un descenso hasta la segunda quincena de julio cuando vuelven a recuperar ocupaciones elevadas. Pero este año, las tres semanas que separan unas y otras fechas han mantenido el listón y el descenso se ha amortiguado. «El año pasado ya notamos un pequeño incremento y éste se ha consolidado», indica Llull. Apunta a su vez a la existencia de mayor número de barcos fondeados, ya sea anclados ya en boyas, lo que deja patente la mayor actividad que existe este verano sobre la lámina de agua. Y las reservas llegan con mayor antelación.

En Maó, desde Marina Port Mahón indican que a pesar de la elevada ocupación, son «anecdóticas» las veces que se ha tenido que decir que no, «otra cosa es que puedan elegir zona o plaza». Depende también de la eslora del barco. «No pasa como en 2005 cuando nos veíamos obligados a decir que no a más de cinco barcos al día en temporada alta», explica el gerente Francisco Llobera, quien agrega que tampoco hay que generar alarma. Hubo unos años en los que la gente no venía porque empezó a correr la voz de que no había amarres y ya ni llamaban para preguntar. Y sí había sitio. Pero un barco de 40 metros de eslora, por ejemplo, no lo encontrará ya en estos momentos. En 2014 «empezamos a levantar cabeza» y esta tendencia ha ido mejorando. Empezaron a recibir peticiones de reservas en noviembre, después de que el año pasado algunos repetidores se quedaran sin plaza.

El Club Marítimo Mahón detecta también un incremento de las peticiones, aunque sus 16 amarres para transeúntes estén en temporada alta siempre llenos. Tras unos años en los que la náutica hizo agua, ahora va viento en popa.