El inversor galo Laurent Morel-Ruymen | Javier Coll

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Diseñar una estrategia clara para la economía de la Isla, apostar por el turismo cosmopolita, elaborar leyes «que no dejen espacio a la interpretación» y dotar a la Administración de los recursos necesarios para que cumpla los plazos en cualquier tramitación. La receta del empresario francés Laurent Morel-Ruymen, director general de Mare&Terra, para dinamizar la economía de la Isla tiene esos ingredientes, el plato parece fácil de cocinar pero no lo es tanto, son muchos los inversores que se cansan de la falta de seguridad jurídica que se denunció ayer en el foro. No obstante, Morel-Ruymen no quiso señalar «con el dedo acusador» a la Administración pública como única responsable de todos los problemas que existen en Menorca, sino incidir en que «tenemos que empezar a solucionar el problema antes, en el ámbito legislativo y normativo, para que se acabe el temor y el desánimo que provoca en los emprendedores el tener que someter cualquier proyecto a un visto bueno precario de una administración».

Morel-Ruymen reclama una ley imparcial, que «no puede ir seguida de una interpretación» ni convertirse en «muro de contención» al servicio de unas ideas. El inversor expuso su relación con las administraciones con dos ejemplos claros, sus proyectos de Can Faustino y Llucalari.

El primero tardó 8 meses en tramitarse, «rápido teniendo en cuenta el nivel de protección de edificio». El resultado es satisfactorio, funciona desde 2014 y da trabajo a 14 personas. En el otro extremo está Llucalari, donde proyecta un hotel rural con inversión millonaria. Cien personas podrían trabajar allí desde 2013 pero de momento sigue en trámite. Se ha redactado hasta cinco veces para adaptarlo, «miles de horas de estudio de arquitecto e interiorismo para nada a día de hoy; tenemos otros proyectos así», afirmó, «pero no quiero ponerles tristes».