Eila y Xavi disfrutan del esquí de montaña, con el mítico Mont Blanc detrás. | E.O./X.B.

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La ficha

Los viajeros son...

Eila Oriol y Xavier Boada.

Profesión

— Formaron equipo, como marinera y patrón respectivamente, en un barco de recreo de 28 metros, en el que navegaron durante cuatro años.

Viven en...

— Entre Fornells y Sant Pere de Ribes

¿Qué motiva sus viajes?

— La aventura y la naturaleza, los espacios grandes como el mar y la montaña, que «hay que aprender a respetar» y en los cuales se avanza despacio, superando retos.

Otros países visitados:

— Eila ha viajado a India, Nepal y Reino Unido. Xavi se define como «difícil de ubicar» por su profesión de marinero. En 2013 viajaron en autocaravana a Los Alpes, subiendo a glaciares donde sobresalen cumbres como la Aguja Verde, el Diente de Gigante o el Monte Maldito.

Si algo tienen en común las montañas y el mar es la inmensidad. En las cumbres nevadas el blanco es inabarcable, tanto como el profundo azul marino, y en los dos lugares se siente la insignificancia de una persona, por ello ambos medios exigen prudencia y respeto. Su llamada es fuerte para Eila Oriol y Xavi Boada, pareja, compañeros de esta aventura en Los Alpes, y que antes navegaron durante años por el Mediterráneo.

Eila, nacida en Barcelona, criada en Salt (Girona) y afincada desde hace 23 años en Menorca, en Fornells concretamente, y Xavi, catalán con fuertes vínculos con la Isla, donde residió en dos etapas de su vida, comparten pasión, más que afición, por la naturaleza y esos espacios abiertos en los que actividades cotidianas se pueden convertir en un ejercicio de supervivencia. «A 1.200 metros de altura, con la autocaravana, cambia todo», explica Eila, «y cuando haces esquí de montaña aprendes a pisar, a respetar, que no se note que estás, y a salir con arnés, botiquín..., porque a 3.200 metros cualquier percance puede significar congelación y no puedes gastar las fuerzas».

En diciembre y enero de 2013 viajaron desde Menorca a Girona y de ahí emprendieron una ruta que les llevó por Francia e Italia, recorriendo ciudades como Briançon, Cervinia, el Valle de Chamonix -donde se halla el punto más alto de Europa, el Mont Blanc, con 4.810 metros-, L'Alpe d'Huez, Les 2 Alps o La Grave, el enclave del freeride, cien por cien montaña libre, sin indicaciones, ni pistas, un paisaje labrado por los aludes, naturaleza pura. La autocaravana con la que se mueven ha sido clave para que sus otros compañeros de vida, los perros, no se pierdan ninguna escapada. Son útiles además para realizar algunas tareas.

Ir a hacer la compra para abastecerse, a buscar leña o a vaciar las aguas residuales de la autocaravana son trabajos en los que los canes participan y que además Eila realiza con un pequeño trineo (en su curriculum laboral incluye trabajo en los Pirineos precisamente con perros de tiro de trineos). «Cuando estoy en la montaña lo hago todo con ese trineo, uno como el que usan los niños para tirarse, porque si llevas muchas bolsas te hundes», explica, «y a los perros les encanta trabajar, se sienten superútiles, todo el mundo les mira, les paran y les dicen cosas, a ellos les gusta mucho. El esquí de montaña permite que trabajen mucho la mente conmigo, van a mi pauta, existe una conexión, no dejamos que los perros se vayan por ahí, siempre hay que tener un control de la situación».

En las excursiones que realizan con sus perros -en este viaje la labradora Neu y la mestiza Xola-, se organizan: Xavi «lleva la batuta» y va delante, los canes en el medio y cierra Eila, siempre con visión los unos de los otros y, si el tiempo empeora, «nos encordamos todos», cánidos y humanos.

Xavi fue el encargado de introducir a Eila en el esquí de montaña y ahí arriba, pisando nieve virgen «y sufriendo mucho», aprendió, aunque asegura que «tengo suerte porque la montaña me ha respetado a mi más que yo a ella».

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Aunque hayan caminado por picos elevados Xavi, templado, se refiere a ello como «dar paseos con esquís de montaña, siempre con la filosofía de dar una vuelta, explorar, nosotros y los perros, exploramos todos». «No estamos hechos de una pasta diferente a otras personas, empiezas caminando y un día te empiezas a deslizar», asegura, «como en cualquier proyecto y cualquier ilusión, requiere perseguirlo y tener un poco de suerte, o bastante a veces (ríe)».

Para la convivencia en un espacio reducido como la autocaravana a ambos les ayudó su experiencia navegando. «Al final la autocaravana es como el barco, un espacio pequeño en el que hay que controlar el estrés», asegura Eila, quien reconoce que no es fácil permanecer encerrados diez o quince días en el vehículo por el mal tiempo.

Viajar en invierno, con temperaturas que pueden ser de 25 grados bajo cero, obliga a una disciplina en todo lo relacionado con el avituallamiento y la seguridad, «no solo es esquiar».

El mar, Menorca, la naturaleza y la montaña confirman «un vínculo potente» de esta pareja que hace que salven otras diferencias, afirma Xavi, quien también asumió desde el principio de la relación que «la condición previa eran Xola y Petita», las perras de la que sería su mujer. «Yo había tenido perro, pero antes era como un propietario cualquiera, pero con Eila se me ha desarrollado mucho el amor por los perros, y siempre hemos solventado el modo de que vinieran de viaje, sin molestar a nadie pero nos movemos todos, salimos todos y volvemos todos», zanja tranquilo la cuestión.

Uno de los sueños que mueve a la pareja es «vivir en la nieve, y eso significa a partir de 1.200 metros, nos gusta vivir en las alturas y bajar para aprovisionarnos», señala Eila. «Aunque este año no haría falta elevarse mucho para vivir cerca de la nieve», bromea Xavi, con esa ola de frío que ha azotado recientemente la Península.

La ruta realizada hasta los Alpes les dio la oportunidad también de practicar el esquí de fondo, en Briançon, la ciudad más alta de Francia y conocida por su enorme zona esquiable. «Es un valle increíble, puedes ir entre los pueblos esquiando, la gente se desplaza con los esquís, tanto si vas a hacer la compra como a tomar un café, ahí conocimos el esquí de fondo, eso nos lo enseñó los Alpes, porque allí es un modo de moverse».