La instalación del contador y ultimar la conexión eléctrica, el trabajo pendiente. | Javier Coll

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La conexión de las casas de Llucmaçanes a la red municipal de alcantarillado es un proyecto que lleva ya muchos años de espera, de anuncios, de demoras, de largos periodos de parálisis y, finalmente, de obras. Después de muchas dilaciones, los trabajos definitivos comenzaron el año pasado y se acabaron en julio, con apenas un mes de retraso sobre el plazo de ocho meses establecido inicialmente. No obstante, pese a que la infraestructura está instalada y el Abaqua da el trabajo por acabado en el ámbito que le compete, la realidad es que los vecinos de Llucmaçanes todavía no pueden conectarse a la nueva red de saneamiento tres meses después de que dejaran de ver obreros por el Camí de Baix.

La previsión que maneja el Ayuntamiento de Maó, administración que comparte el proyecto con el Abaqua, es que el estreno de las canalizaciones se pueda producir este mismo mes. Desde el Consistorio aseguran que en estos momentos tan solo queda instalar el contador eléctrico de la estación, y que en cuanto el suministro de electricidad esté regularizado se avisará a los vecinos y se activará la nueva infraestructura.

En cuanto a la burocracia, de momento, el Abaqua acaba de prorrogar hasta mediados de enero el plazo que tiene la empresa adjudicataria para que se lleve a cabo la recepción de los trabajos. Es la tercera prórroga que se aprueba en este contrato. La primera, de 28 días, fue para poder acabar las obras. En 12 de julio se prolongó de nuevo el plazo, esta vez en tres meses, que se quedaron cortos, pese a que los obreros se retiraron al cabo de una semana. El motivo alegado ahora para la tercera extensión, tal y como que se recoge en la resolución emitida por Abaqua, es «la demora en la conexión eléctrica de la nueva EBAR (estación de bombeo) por parte de la compañía eléctrica Endesa».