Joan Pons, Remi Lora, Montse Morlà y Tóbal Coll en el pleno de octubre | Javier Coll

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«Nuestra obligación es elaborar los presupuestos y estamos en ello», responde con franqueza el concejal Joan Miquel Pons de Sant Lluís, aunque admite que no hay garantías de que sean aprobados. Llegados a esa tesitura, podría ser prorrogados, que resulta el escenario más probable a tenor del deterioro sufrido el último año en las relaciones políticas en el Ayuntamiento.

Es el último año del mandato y las cuentas que se aprueben es probable que hayan de ser gestionadas por otro equipo de gobierno, el que salga de las elecciones de mayo. En teoría, podría ser una circunstancia para favorecer el acuerdo una vez superada la peor crisis conocida por este ayuntamiento. Sin embargo, la calma latente en el seno municipal tras los meses de tormenta no parece sino mera apariencia.

Pons aduce que se mantienen contactos con los grupos de la oposición y que se les ha pedido que realicen aportaciones, que busca un acercamiento. Sin embargo, el portavoz del PP, Tóbal Coll, desmiente esa invitación. «Somos nosotros los que hemos pedido información y no hemos obtenido respuesta alguna», señala. Desconfía, por tanto, que haya habido diálogo con los otros dos grupos dada la práctica ruptura de relaciones después de haber sido expulsados del equipo de gobierno.

El responsable de las cuentas municipales matiza que habrá una negociación más seria «sin líneas rojas, cuanto esté hilvanado el documento» y resulte más fácil realizar cambios, pero el portavoz popular agrega que tanto en las comisiones como en el pleno de septiembre plantearon interés por conocer y participar en la preparación de las cuentas municipales de 2019. «Nuestro interés de participación es serio y real y la respuesta es cero», aduce Coll, quien lamenta que el pregonado principio de participación no se manifieste en una negociación tan propicia como son los presupuestos.

Sant Lluís maneja entre 11 y 12 millones de euros de presupuesto, aunque no más del 20 por ciento da juego para la voluntad política. El resto está constituido por los capítulos de personal, gasto corriente y otros gastos fijos sobre los que no cabe negociación alguna.

Detrás de este escenario se esconden las estrategias de cada grupo ante la proximidad de las urnas. Volem -que intenta rearmarse para 2019- parece jugar al victimismo y el resto de grupos considera que están siendo ninguneados por el equipo de Morlà.