Instalación fotovoltaica de autoconsumo instalada en el tejado del Hospìtal Mateu Orfila. | ARCHIVO

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El estudio del Laboratorio Interdisciplinar sobre Cambio Climático de la UIB (Lincc), al que recurrió el Consell para argumentar su reciente decisión de excluir el parque fotovoltaico de Son Salomó de la delimitación del futuro BIC, considera inevitable que en la transición energética que debe abordar Menorca se acaben instalando infraestructuras de producción en suelo rústico y de considerables dimensiones. El trabajo, que no hace referencia explícita al proyecto de ampliación de la planta de Punta Nati, pide una clasificación de este suelo rústico en función de su adecuación para acoger parques eólicos o fotovoltaicos para no entrar en debates cada vez que se tramita un proyecto.

Desde el Lincc consideran urgentes («no se puede retrasar más el inicio de esta transición») medidas que permitan combatir desde Menorca el cambio climático, y que deben ir más allá de la sustitución de un tipo de energía por otra, con una reducción de la demanda y una electrificación del transporte terrestre, que requiere un cambio en los sistemas de producción para que sea efectiva. En el caso de la disminución de la demanda, el estudio expone que difícilmente será factible «mientras no se ponga freno al incremento de visitantes».

El informe indica que, a la hora de introducir fuentes de producción de energías renovables, «es evidente que se han de priorizar primero tejados, suelos urbanos y suelos ya degradados», pero que a tenor del porcentaje de producción renovable que sería deseable «parece claro que se tendrá que hacer uso también de suelo rústico». Reconoce el Lincc que esto tiene un impacto en el paisaje, como es el caso de Punta Nati, pero que hay que ponerlo en comparación con el impacto del cambio climático en los ecosistemas si no se avanza en esta cuestión.

En cuanto a las dimensiones de las instalaciones, el estudio del Lincc, coordinado por Damià Gomis i Pau de Vílchez, recuerda que el impacto no radica solo en el tamaño de las mismas, sino en que cada una de ellas comporta tendidos eléctricos y uso de viales, en una proporción que aumenta en función del número de instalaciones y no de su tamaño. También se menciona el factor rentabilidad de las grandes inversiones y la soberanía energética que se adquiere con las menores. Con todo ello, advierte que «parece poco realista que se puedan alcanzar los objetivos de reducción de emisiones a corto plazo sin la participación de grandes productores». Plantea la posibilidad de evaluar opciones intermedias.

Gas natural

El trabajo realizado por expertos y profesores de la UIB apunta también la posibilidad de contribuir a la reducción de las emisiones que generan el cambio climático mediante «algunas mejoras tecnológicas o cambiando los fósiles actuales por otros combustibles también fósiles, pero menos contaminantes (el gas natural, por ejemplo)».