Imagen de la finca completamente reformada de Torra Vella aunque manteniendo el carácter y la identidad menorquinas. | Gemma Andreu

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Menorca se cruzó en su camino y en su sueño por ofrecer a los clientes «experiencias únicas a través de los lugares más impresionantes». Los empresarios franceses Guillaume Foucher y Frédéric Biousse, socios de la empresa Les Domaines de Fontenille, adquirieron dos fincas en Menorca que se suman a otros tres establecimientos ubicados en Luberon, Marsella y Hossegor. Y tienen en proyecto un sexto a las afueras de París que abrirá a finales del próximo año. Su objetivo es crear «una colección de hoteles en sitios muy importantes en cuanto a naturaleza, belleza, patrimonio cultural, fuerza arquitectónica e identidad» para poder ofrecer a sus clientes «un viaje a través de sitios extraordinarios». Y Menorca estará en esta ruta anhelada.

El próximo 12 de julio abrirá su primer agroturismo en Torre Vella. Y el día 19 será el turno de Santa Ponsa. Se trata de «dos fincas, pero un solo hotel» porque son predios «tan diferentes que se complementan». Torre Vella destaca por su aridez y la rusticidad, mientras que Santa Ponsa lo hace por su explosión de verdor gracias a sus jardines de más de ocho hectáreas, además del spa, el más grande de la Isla, ubicado en unas cisternas del siglo XVIII con una superficie de más de 400 metros cuadrados.

Torre Vella es un complejo en forma de U que incluye una torre medieval declarada BIC que ha sido reformada manteniendo todo su carácter. Foucher explica que con la reforma «se ha conservado el espíritu de la casa, su historia», la identidad del lugar. De ahí que el proceso haya sido más minucioso y, a su vez, más costoso. Torre Vella dispone de 17 habitaciones repartidas entre la casa principal, la boyera, un anexo y una caseta de bosque. Siete estancias disponen de piscina y terraza privada. Y hay que sumar una piscina de 22 metros de largo por otros seis de ancho. La finca se define por su «lujo sin ostentación», apunta la directora Sonia Pons, ya que «queremos que el cliente se sienta como en casa, pero con ese toque de lujo en el servicio».

Foucher resalta la condición de agroturismo de las fincas desde el punto de vista de que «los suelos para preparar las plantas y la agricultura son el punto de partida y la razón de ser de los dos hoteles». Se aplica la permacultura, la agricultura es ecológica. Hace dos años que tienen a unas 20 personas contratadas para trabajos agrícolas. Es más, el 80 por ciento del producto es de la huerta y aquello que no se pueda obtener de las fincas procederá de proveedores locales.