El temor a las reclamaciones lleva a los turoperadores a ser muy estrictos con los criterios que imponen a sus hoteles. | Josep Bagur Gomila

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El balconing, esa suerte de deporte de riesgo que se ha vuelto tendencia entre los jóvenes británicos, no tiene incidencia en Menorca, un destino alejado del turismo de borrachera que suele propiciar este tipo de prácticas. Tres ingleses han perdido la vida en lo que va de verano por precipitarse desde balcones de hotel y los turoperadores, temerosos de ser objeto de reclamaciones por parte de los turistas y sensibles a la alarma social que el fenómeno ha despertado en Reino Unido, toman cartas en el asunto, vetando ciertas habitaciones a sus clientes británicos para evitar riesgos, sin distinguir si tratan con un establecimiento ubicado en pleno Magaluf, la Meca del balconing, o con uno de Menorca.

Explica la situación el director del Hotel Menorca Binibeca, Francisco Gené. Este año le ha ocurrido con el turoperador Jet2 Holidays, pero le ocurrió lo mismo el año pasado con TUI: «Nos han hecho firmar un documento conforme no podemos alojar a turistas en tres de nuestras habitaciones». La razón es que en esas tres habitaciones las barandillas de los balcones no cumplen con sus estándares mínimos. Tienen 1,10 metros de altura como marca el Código Técnico de Edificación, pero no son de vidrio, sino de un forjado que las hace escalables y, por tanto, supuestamente susceptibles de provocar precipitaciones.

Los grandes turoperadores encargan auditorías de los hoteles con los que trabajan.

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