Las instalalaciones de la central térmica en la Colársega de Maó. | Gemma Anfreu

TW
23

En 2018, según la última actualización de indicadores del Observatori Socioambiental de Menorca, la Isla generó una huella de carbono de 678.719 toneladas que, a la vez, representa un incremento de casi el 68 por ciento respecto al dato de 1990, cuando fue de 404.504 toneladas.

Aunque el incremento de este indicador ha sido constante, en 2009 se dio, por primera vez en la serie histórica, una reducción de las emisiones derivadas de la generación de la energía eléctrica que cambió la tendencia hacia el descenso. En 2014, coincidiendo con la salida de la crisis económica, las emisiones volvieron a subir y desde entonces la contaminación no ha hecho más que empeorar.

En este sentido, la técnica del Obsam Sonia Estradé reconoce que el periodo de bajada de la huella de carbono está muy ligado a la crisis económica y recuerda que el consumo de electricidad es un indicador económico que se utiliza de forma habitual.

Por partes

De la suma total de toneladas de CO2 cabe distinguir entre las cifras según su uso final. Aunque en cualquier caso la tendencia está marcada por el factor de la crisis, muestran algunas diferencias.

Pese a que las emisiones en viviendas (calefacción y gas) han subido este último año, lo cierto es que las relacionadas con movilidad interior (tránsito por carretera) y con aviación (tránsito aéreo) han bajado. Una reducción que Estradé relaciona, entre otras circunstancias, por el aumento de la eficiencia de los vehículos.

En cambio, lo que desequilibra la balanza hacia tendencias negativas son las emisiones (representan un 60 por ciento) por generación de energía eléctrica, que también suben en 2018.

En este sentido, Estradé también remarca el bajo rendimiento que tiene la central eléctrica de Maó. "Tiene un rendimiento del 33 por ciento. Un porcentaje muy bajo que significa que, desde el combustible primario hasta que llega la electricidad a las viviendas, se pierde mucha energía en el proceso", señala.

En cuanto a las emisiones de CO2 per cápita, los menorquines llegan a producir hasta 7,3 toneladas al año. Aunque Estradé admite que, al tratarse de un territorio con una estacionalidad muy elevada, las emisiones derivadas de la concentración turística "acaban recayendo sobre cada uno de los habitantes empadronados de Menorca". De hecho, el cálculo según habitantes de derecho, reduce la cifra per cápita a 6 toneladas al año.

Aún así, al comparar este indicador con otras regiones, que también soportan presión turística, Menorca se encuentra al mismo nivel de contaminación de países como Reino Unido (7,4) o Italia (7,0) y está en el puesto número 12 del ranking (ordenado de menos a más emisiones), por detrás de la media de España (6,9).