Vista de los terrenos de Santandría con más coches que caravanas aparcados. | Gemma Andreu

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Nicolás es músico. En un verano normal actúa entre cinco o seis veces por semana pero esta temporada los ‘bolos’ escasean, sumó cuatro en todo el mes de julio. Si en condiciones normales ya es difícil encontrar un alquiler asequible en agosto en Menorca, en el año del coronavirus la escasez de trabajo lo hace mucho más complicado, los ingresos no le llegan. «Los alquileres están por las nubes», explica.

Él es uno de los que estaciona en el pinar de Son Carrió con su caravana para pernoctar. Asegura que pese a las quejas de un residente en particular «no hay tensión con los vecinos, nos llevamos bien, incluso en alguna ocasión nos hemos unido a ellos para limpiar el pinar».

Ofrece su testimonio a este diario para desmarcarse de la imagen que vecinos de Son Carrió transmitieron, a través de una información anterior, de los moradores de las caravanas. No niega que los fines de semana llegan usuarios que quieren acampar, «no conocen la zona, el otro día llegó una pareja, sacaron sus mesas y se pusieron a cocinar, nosotros mismos les explicamos que aquí no se puede», comenta. Además a las caravanas se suman numerosos coches de los usuarios de los amarres de la cala y también grupos de jóvenes que vienen a pasar un rato, con motos o coches. En verano la afluencia es mucho mayor.

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En cuanto a las fiestas, añade, las montan los turistas que alquilan algunas casas vacacionales que hay detrás del pinar. «Se juntan grupos grandes y hacen fiestas hasta las 5 de la mañana y no nos dejan dormir a nosotros», lamenta, porque son ellos los acusados de romper la paz del pinar y perturbar al resto.

¿Quienes son estos –nómadas? Trabajadores, afirma. Los primeros interesados en descansar por las noches, insiste Nicolás, cuando llegan a la caravana. Él es músico pero también hay una artesana que vende en mercados, un enfermero que trabaja en Maó, y otros veranos había más empleados de la hostelería, que no acceden a los alquileres elevados y se mueven con su casa a cuestas.

Asegura que no siempre están en este terreno, «no es permanente, muchos cambiamos de sitio» y duermen en puntos como_Sa Caleta, también en Ciutadella, o en otros lugares de la Isla según la conveniencia o el trabajo. Los asiduos al pinar se conocen porque repiten. «Yo solo vengo de junio a octubre», indica.