La covid-19 hizo que el acto se celebrase en formato reducido, en la sede de la dirección insular de la AGE. | Josep Bagur Gomila

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No debe resultar una experiencia de buen gusto la doble reclusión obligada que han sufrido el personal y los reclusos del Centro Penitenciario de Menorca durante el estado de alarma. Unos y otros fueron puestos a prueba y los resultados, al menos en cuanto a consecuencias, han resultado de lo más esperanzador, como sugirió ayer María González Valbuena, directora de la cárcel menorquina en la celebración, en formato reducido, de la patrona de Instituciones Penitenciarias, la Virgen de la Merced.

La máxima responsable del CPM, en un acto celebrado en el despacho de la directora insular de la AGE, en la Plaza Miranda, admitió que la pandemia «nos ha puesto a prueba, y nos ha acercado a la realidad de estar encerrados», para añadir que, pese a todo, «los profesionales del centro salimos más reforzados de este virus tras meses muy difíciles».

La irrupción del coronavirus aisló a la población reclusa, que ha tenido un comportamiento comprensivo y paciente, sumado al «excelente trabajo» de los profesionales, dijo González Valbuena. El resultado es que ningún penado ni funcionario ha resultado contagiado desde entonces. Se aplicaron las normas sanitarias, se determinó la salida por turnos al patio, se suspendieron trabajos en beneficio de la comunidad y talleres formativos, y se limitaron los contactos. Todos los penados fueron sometidos a las pruebas PCR, igual que los funcionarios y los nuevos ingresos. Estos, además, tenían y tienen que cumplir una cuarentena. «Debíamos evitar a toda costa que el virus entrara en el centro», explica la directora.

La cárcel se cerró hasta que en mayo los internos pudieron retomar las comunicaciones en el locutorio, aunque hasta agosto no se recuperaron los vis a vis. Antes se aumentaron las llamadas telefónicas y se recurrió a las videollamadas, que continuarán a disposición de los internos con familiares fuera de la Isla o que no puedan acudir a las visitas presenciales. Los interesados deben solicitar la videollamada a los responsables del CPM como si pidieran otra visita o un vis a vis, explicó la directora a este diario.

La colaboración fundamental de la profesora de la escuela de adultos, Noemí Tur, a quien ayer se reconoció su trabajo con la medalla de bronce de Instituciones Penitenciarias, supuso que los reclusos pudieran seguir asistiendo a clases telemáticas manteniendo su motivación. Las videollamadas también han posibilitado que mantengan el contacto con profesionales extrapenitenciarios, como los del programa Paiem, de salud mental.

González Valbuena destacó la colaboración del Consell y Ayuntamientos para que ningún penado se quede sin realizar programas por carecer de medios. Con este fin se han habilitado medidas telemáticas para dar continuidad a los talleres del servicio de gestión de penas y medidas alternativas en escenarios presencial, telemático y mixto.

En cuanto a las actividades en curso, se mantienen los talleres de delitos contra la seguridad vial, programas por delitos contra la violencia de género, agresiones sexuales, deshabituación de drogodependencias, prevención de recaídas, fontanería y talleres ocupacionales, entre otros.