Cuatro menores argelinos llegaron en esta patera a la costa de Binibèquer el 1 de octubre del pasado año tras una travesía infernal desde su país. Tres de ellos han cumplido la mayoría de edad durante su estancia en la Isla | Javier Coll

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Hace un año emprendieron la travesía desde Argelia con destino a Europa a bordo de diferentes pateras en busca de un futuro mejor. Llegaron a Menorca, una isla del Mediterráneo de la que nada sabían, cuando su objetivo era Francia, Alemania, Suecia o cualquier otra ciudad de la península española.

Ese futuro mejor lo han encontrado, al menos, los seis «menas» (menores de edad no acompañados) que viajaron en las tres embarcaciones arribadas a la costa menorquina los días 13 de agosto, 1 y 18 de octubre generando una situación que estuvo a punto de saturar los servicios sociales de la Isla pero que se subsanó y permitió impulsar un protocolo de actuación para casos sucesivos que por ahora no se han dado.

Desembarcaron 25 argelinos en las tres pateras. Los 19 adultos pasaron por una detención policial formal y puesta en libertad inmediata, una vez tramitado su expediente de repatriación, y acabaron marchando de la Isla, la mayoría por sus propios medios. Permanecieron unos días en la casa de acogida de Maó antes de su salida, y otros, previo paso por el CIE de Madrid, también fueron puestos en libertad.

Los seis «menas» han vivido su propia historia en Menorca. Quedaron bajo tutela del Consell en cuanto fueron localizados por la Guardia Civil en la costa de Sant Lluís, y fueron alojados en la Casa de la Infancia donde todavía permanecen dos de ellos.

De los otros cuatro, uno cumplió la mayoría de edad a los pocos días de su llegada y pasó a la casa de acogida. Los otros tres han alcanzado los 18 años durante su estancia en el centro de menores de la Avinguda Josep Anselm Clavé, de Maó.

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Actualmente ocupan uno de los dos pisos de Ciutadella o Es Mercadal que el Govern pone a disposición de los chicos y chicas extutelados por el Consell, que han dejado de estarlo por alcanzar la mayoría de edad pero carecen de alojamiento.

Los seis permanecen en la Isla donde buscan abrirse camino con el apoyo público que reciben mientras obtienen la residencia que les permitirá marchar, si lo desean. La vivienda garantizada y la ayuda económica de la que pueden disponer si no encuentran trabajo hasta los 23 años, les da opciones y margen de tiempo para mejorar su formación y encontrar un empleo gracias a este plan de emancipación.

Convivencia y adaptación
No ha sido siempre un camino sencillo, admite la consellera de Bienestar Social, Bàrbara Torrent, tutora física legal de cuantos menores residen en la Casa de la Infancia, que precisamente este año ha sido noticia, además, porque dos de sus residentes estuvieron en la investigación del presunto caso de corrupción de menores. Ninguno de los investigados fue alguno de los menores argelinos que habían llegado a la Isla en patera.

«Ha habido momentos de convivencia complicados por el choque cultural con los otros menores residentes y sobre todo la barrera del idioma», indica Torrent, aunque «poco a poco se fueron integrando y salvando las diferencias».

Se da la circunstancia que en algunas semanas durante su año de estancia en la Casa de la Infancia los menores argelinos llegaron a ser mayoría en el centro respecto a los españoles. En todo caso, indica la consellera, «la valoración general es positiva porque creo que hemos logrado el objetivo de que se integraran en la Isla».

A principios de año la residencia de menores tenía 15 ocupantes, de las 18 plazas disponibles, una cifra superior a la normal, precisamente por la incorporación de los menores argelinos que se han adaptado al lugar y su entorno.