J.V.M., en la madrugada del sábado durmiendo en el portal bajo de un bar situado en la calle Josep Maria Quadrado de Maó donde ha pasado las últimas noches. | M.J.U.

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Tiene 51 años y está durmiendo en la calle desde el pasado lunes. Pasa las noches en el portal bajo de un bar en la calle Josep Maria Quadrado, de Maó, donde se resguarda del creciente frío y duerme bajo un edredón coloreado. La del sábado fue la más dura porque arreció la lluvia y el viento, y el termómetro descendió de repente.

J.V.M. llegó a la Isla con sus padres siendo un niño, a los 10 años. Ha trabajado como encofrador y los dos últimos años echando horas en un taxi. El estallido de la pandemia le dejó sin ocupación y asegura que, sin más recursos ante la imposibilidad de acudir a su familia, recurrió a la ayuda de los servicios sociales. Allí atendieron su caso y le proporcionaron alojamiento en el albergue juvenil de Sa Vinyeta, en Ciutadella, propiedad del Consell, que habilitó el edificio para dar solución a otras 11 personas en situaciones similares.

El hombre recuerda a este diario que «allí estuve durante algo más de dos meses mientras duró el estado de alarma». Sin embargo cuando se recobró la nueva normalidad tuvo que abandonar Sa Vinyeta junto a las otras 11 personas con las que había compartido la estancia. «Nos dijeron que nos buscarían un piso donde meternos, pero no ha sido así».

En los últimos meses su situación personal se ha agravado hasta verse abocado a la calle después de alquilar varias habitaciones en las que ha podido alojarse. «La vida ha ido dando muchas vueltas y no me va bien, especialmente ahora», explica con serenidad a este diario.

Percibe un subsidio de 260 euros, asegura, que no le da para subsistir, y menos para hacerse cargo de su hijo, de 3 años de edad, cuando le corresponde pasar el tiempo con él.

Tras quedar fuera de la última habitación que había alquilado, a principios de la pasada semana recurrió a los servicios sociales del Ayuntamiento de Maó para solicitar ayuda, fundamentalmente, una plaza en la casa de acogida de la calle des Negres, propiedad del Ayuntamiento.

No consiguió su propósito porque en un principio se valoró que dado el subsidio que percibe y considerando que tiene familia en la Isla podía hallar otra alternativa, además de que la vivienda social estaba prácticamente al límite de su ocupación. «Pero lo que no entienden las responsables que me han atendido en el Ayuntamiento es que no puedo acudir a casa de mi familia porque son muchos y no hay espacio para mí». Añade, además, que «tampoco es una época adecuada tal y como estamos como para ir a casa de un amigo porque todo el mundo tiene miedo del coronavirus». Así ha dormido las últimas seis noches en los bajos del portal de un bar.

Solución de urgencia
El Ayuntamiento trató de buscarle ayer domingo una solución de urgencia en un hostal de la ciudad hasta el martes, «pero les han dicho en un hostal que no atienden este tipo de casos, aunque cobren la habitación», explicaba ayer tarde. Como alternativa, «me aseguran las de servicios sociales que busque un alojamiento para esta noche y mañana y que me darán dinero para que lo pague, pero en esta situación me veo de nuevo en la calle esta noche».