Embarcaciones de arrastre, con base en puertos foráneos a Menorca, amarradas en el muelle del puerto de Ciutadella.

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El Canal de Menorca que, entre otros valores alberga fondos coralígenos, fue declarado Lugar de Interés Comunitario en 2015. Significa que en cinco años ha de disponer de una plan de gestión que implicará prohibiciones para la actividad pesquera profesional y recreativa en las 335.000 hectáreas que abarca.

Con el fin de adelantarse a una regulación que podría ser más restrictiva, la federación balear de cofradías de pescadores acaba de editar un manual de buenas prácticas y un acuerdo de custodia marina. Lo han llamado Proyecto Dragó y en el estudio e investigación, iniciados en febrero de 2019, han participado la Universidad de Cádiz y el Centro Oceanográfico de Balears. El objetivo de trabajo ha sido mejorar la selectividad pesquera y reducir el impacto de la pesca de arrastre en el LIC Canal de Menorca.

Entre las conclusiones, se cita la compatibilidad de la pesca profesional de arrastre «de una manera sostenible y eficiente regulada en función de la labor científica, con la protección y conservación de hábitats de alto valor, tanto pesquero como ecológico y ambiental», señala el manual.

Puertas semipelágicas

Cumplir el citado protocolo en aras a una actividad más sostenible exige actuaciones como el cambio de puertas que contactan con el lecho marino por puertas semipelágicas. Serían similares a las que lleva la «Nueva Joven Josefina», barca del bou con base en Maó, que las instaló de forma experimental hace unos años y que hasta el momento está generando buenos resultados tanto en producción pesquera como, sobre todo, respeto con el fondo marino.

El cambio alcanzaría también a la relinga, que es la cuerda en la que van colocados los plomos y corchos de las redes, así como otras medidas innovadoras para el triado de la captura. De este modo, se podrán seleccionar los invertebrados bentónicos, como las esponjas y devolverlos al mar según los tiempos y profundidades establecidas por la investigación. El mismo proceder se aplicará para determinadas rayas y otras especies sensibles, que serán mantenidas en contenedores con agua durante el triado de capturas y ser devueltas posteriormente al mar.

El proyecto contemplan además que los pescadores que í lo decidan puedan firmar un acuerdo de custodia pesquera, es decir, un compromiso dirigido a mantener los hábitats asumiendo parte de la responsabilidad en la protección y conservación de los ecosistemas y recursos, de los cuales depende su actividad profesional.

Antoni Garau, secretario de la Federación, explica que lo que se ha pretendido es avanzarse a la protección de esta zona rica en recursos pesqueros y sensible desde el punto de vista ambiental. «Se ha demostrado que la producción pesquera es rentable y con las puertas semipelágicas no se pierde eficiencia», aunque admite aunque no hay unanimidad, «el arte de arrastre tiene muchos adversarios entre grupos ecologistas, pero también es el genera producto local», apunta.