Una imagen del inicio del curso 2020-21, marcado por la covid-19 y que prioriza la presencialidad en los alumnos de etapas inferiores.

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Varios docentes han hecho públicas las condiciones en las que se reincorporan a su trabajo tras un positivo en las aulas: en el instituto Josep Miquel Guardia de Alaior los trece profesores recibieron instrucciones de acudir a clase sin conocer aún el resultado de su PCR, antes de saber si eran o no negativos. La comunicación la cursó el servicio de prevención de riesgos laborales –Educación ha contratado a una mutua privada para el seguimiento de estos casos–, y algunos de estos profesores optaron por no incorporarse, autorizados por el director del centro, y esperar a que su diagnóstico fuera negativo, para después empezar a dar clase y no asumir riesgos. El desconcierto manifestado por estos profesores es mayor porque, en el momento de que les practicaran la primera PCR, en la unidad volante de Es Mercadal, los sanitarios les advirtieron de que tenían que aislarse esta semana y hacerse otra PCR el viernes día 30. Sin embargo, están trabajando.

La versión oficial de la Conselleria de Educación sobre este caso concreto del instituto de Alaior es que, en un primer momento, hubo un grupo de docentes que se consideraron contactos del alumno positivo de covid-19 pero que luego, con el estudio y el rastreo, se comprobó que no eran contactos estrechos, por lo que podían dar clase con normalidad. De este modo, aunque a los alumnos se les recomienda la cuarentena de al menos diez días y una segunda PCR que confirme un primer negativo, a los profesores se les urge a incorporarse sin tan siquiera esta segunda prueba.

Así sucedió también, según ha podido confirmar este diario, en el último foco detectado en el instituto Pasqual Calbó de Maó, a los profesores afectados por un positivo declarado en el centro se les practicó una PCR y, a los que dieron negativo, se les invitó a reincorporarse a las clases si querían y sin esperar a una segunda prueba diagnóstica, recomendada por si la primera ha sido un falso negativo.

El malestar entre los profesores de Secundaria y Bachillerato aumenta, sienten que hay contagiados de primera y en su caso, de segunda, ya que algunos relatan que con un simple cuestionario se les descarta el posible contagio, cuando pasan horas en las aulas. También critican que el hacerles volver sin todas las garantías supone un riesgo para sus alumnos y se lamentan de que entre ellos hay personas vulnerables a las que no se permite acceder a reducciones de jornada.

La reorganización en colegios e institutos debido a la pandemia funciona, pero la estructura se tambalea cuando hay un contagio: en el ‘Josep Miquel Guardia’ afectó a trece profesores y en el ‘Joan Ramis’ de Maó a veintitrés.

El sindicato de enseñanza STEI apunta además que esos días a la espera de un resultado están en un limbo legal, no son una baja laboral, y no está claro quién los cubre, tacha la situación de «un poco caótica» y sin una línea de actuación clara para todos los centros.

La Junta de Personal Docente no Universitario prepara una serie de propuestas para plantear a Educación con el objetivo de mejorar el desarrollo de este curso marcado por la pandemia. Los sindicatos reclaman por ejemplo que se fije un criterio común para las bajas laborales, que dependen del informe médico de prevención de riesgos laborales de cada centro.