Las restricciones reducen las ya de por sí escasas expectativas turísticas para la Semana Santa. | Josep Bagur Gomila

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Nadie en el sector turístico tenía depositadas demasiadas expectativas en la Semana Santa. Pero visto el cóctel de medidas ‘anticovid’ anunciadas, los pocos hoteles que están abiertos ven como se estrecha el cerco al turismo dejando muy poco margen de actuación. La inmensa mayoría de los establecimientos hoteleros se esperarán a la temporada –incluso a junio– para abrir sus puertas. Desde la Asociación Hotelera de Menorca (Ashome) informan de que la oferta de alojamiento contará con 26 hoteles de pequeño formato, casi todos abiertos todo el año. No lo van a tener fácil.

La medida que más frena las expectativas es el cierre perimetral de las Comunidades Autónomas, ya no solo desde la vertiente puramente turística, sino también para el visitante de segunda residencia, que no podrá venir a la Isla, lastrando la oportunidad de negocio de la oferta complementaria. Supone el cierre de grandes caladeros de turistas nacionales como Catalunya, Valencia, el País Vasco o Madrid, aunque persisten las dudas sobre si finalmente el desmarque de la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso va a tener efectos prácticos o se van a tener que ceñir a lo decidido en el Consejo Interterritorial.

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Responsables de uno de los establecimientos abiertos todo el año, como el Hotel Hevresac de Maó, explican que ayer mismo atendían a clientes madrileños que han reservado y que tienen muchas dudas sobre si van a poder venir finalmente. Pero la incertidumbre no se limita al mercado nacional, sino también a mercados como el francés, principal cliente de este establecimiento. La razón es que los turistas galos todavía no tienen claro –al menos hasta ayer– si su Gobierno les dejará viajar por motivos turísticos. Los que puede tener más claras las cosas son los baleares, pero tampoco se animan.

Desde el Petit Hotel 5 Fars de Ciutadella explican que por el momento no hay cancelaciones de reservas porque directamente no hay reservas. Señalan a uno de los motivos, las restricciones en los restaurantes. En un contexto en que no se puede cenar fuera, para un hotel que no tiene restaurante, las expectativas no pueden ser buenas. Es un desincentivo de primer nivel para quien se plantee hacer turismo.

El hotel rural Son Tretze de Sant Lluís tiene previsto abrir el 15 de marzo y su responsable explicaba ayer que a pesar de todo lo harán porque no tienen cargas laborales, es un negocio familiar. No obstante señalan que no están registrando ninguna reserva. Alertan de que estas se vienen produciendo con apenas 24 o 48 horas de margen. Señalan a otro handicap, las escasas conexiones aéreas. El contrapunto lo dan los Apartamentos Royal Life de Maó, que rozan el completo, aunque sin apenas turistas, sino con estancias de trabajo.