Imagen de la nueva planta de tratamiento mecánico-biológico de Milà. | Gemma Andreu

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La nueva planta de tratamiento mecánico-biológico de residuos de Milà ha conseguido mejorar el rendimiento con respecto a los parámetros de diseño establecidos. Durante su primer año de funcionamiento solo ha acabado en el vertedero un 26,2 por ciento de los residuos que han llegado a la planta mezclados en la bolsa que denominamos gris. El 74 por ciento restante ha podido recuperarse y darle, por tanto, una segunda vida. Estos porcentajes son mucho más halagüeños de los que estaban previstos inicialmente y que establecían que los desechos que iban a acabar enterrados girarían en torno al 30 por ciento.

En números absolutos representa que de las 41.655 toneladas de fracción resto que llegaron el año pasado a la planta de tratamiento, solo han acabado enterradas unas 10.900 toneladas. En ejercicios anteriores a la ejecución de las obras, el porcentaje de recuperación era inferior al 1 por ciento.   

En lo que respecta a los envases ligeros, un 14 por ciento acaba siendo material de rechazo. No obstante, en este caso su destino no es el vertedero, ya que la UTE Es Milà aplica un segundo tratamiento de estos residuos como si se tratara de fracción resto, con la finalidad de recuperar el máximo de material posible. De las 2.800 toneladas de envases ligeros que llegaron el año pasado a la planta, recibieron este segundo tratamiento en torno a 400 toneladas. Los parámetros fijados para esta fracción se establecían en el 10 por ciento de material de rechazo, un porcentaje similar al que se está consiguiendo actualmente.

Las obras de construcción de la nueva planta, asumidas por la UTE Es Milà (formada por las empresas PreZero y Adalmo), empezaron en enero de 2019 y han supuesto la demolición prácticamente total de las instalaciones existentes y la implantación de maquinaria de última generación que permite, como ya está demostrando, reducir la cantidad de residuos que acaban en el vertedero, alargando, por tanto, su vida útil. La planta permite, asimismo, optimizar el tratamiento específico de la materia orgánica.

A finales de agosto de 2020 se iniciaron ya las pruebas de funcionamiento de la planta de tratamiento para poderla ajustar y conseguir los objetivos de rendimiento establecidos. Su ritmo de funcionamiento encaró la normalidad en el tercer trimestre de ese año. No obstante, quedaban unas actuaciones en las naves dedicadas a la materia orgánica, de ahí que la inauguración del recinto se haya hecho esperar.

La reforma integral de Milà ha supuesto una inversión de 20,1 millones (con impuestos).