El riego de jardines en el aeropuerto se realiza con agua depurada | Gemma Andreu

TW
33

El Ayuntamiento de Maó ha identificado una cincuentena de grandes consumidores de agua y a todos ellos les ha remitido una carta en la que les pide que moderen el consumo a lo imprescindible. Pertenecen en su mayoría a los sectores productivos, actividades relacionadas con la náutica, los ‘rent a car’ y el turismo, «el agua es una de las bases del negocio, lo entendemos, pero ¿es lógico que se gaste tanto?, ha de racionalizarse el consumo», explica Conxa Juanola, teniente de Alcaldía y responsable del área de medio ambiente.

No se han planteado restricciones, es una recomendación enmarcada en la falta de capacidad que muestran los pozos que abastecen la red municipal. No es tampoco la única causa, hay fugas en la red y el consumo municipal tampoco está libre de culpa, «pero hemos de ir a un cambio de modelo sobre el uso de este bien público, todo cuenta en estos momentos», añade Juanola.

El Ayuntamiento aprobó en el anterior mandato un plan antisequía, que contempla medidas para reducir el consumo, pero «no se dan todavía parámetros de sequía. No es el caso actual, el problema es que no se puede bombear bastante agua para la demanda que hay», precisa.

Noticias relacionadas

Señala que las circunstancias actuales de cambio climático y verano más caluroso disparan el consumo, obligan a determinar dónde es razonable el consumo y dónde ha de limitarse. Además de las cartas, «hemos hablado con mucha gente, si el nivel de los pozos sigue bajando y se entra en parámetros de sequía, se racionalizará el abastacimiento para los grandes consumidores», advierte Juanola.

La desaladora en Maó, la última opción

Sobre la posibilidad de construir una desaladora en la zona oriental de la isla, admite que sería la última opción, «si es necesaria, se hará, pero lo que ha de hacerse antes es un mejor aprovechamiento del agua que tenemos a través de un cambio de mentalidad y más uso del agua depurada», agrega.

La desaladora no contribuye a ese cambio de mentalidad que propone, «es una infraestructura que traslada el problema de la escasez de agua al coste energético y medioambiental que conlleva una instalación así, no anima a frenar el consumo», argumenta.