Mercadona raciona temporalmente la venta de cubitos de hielo en sus establecimientos, como muestra la imagen en uno de Menorca.

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La crisis del hielo también llega a Menorca como sucede en el resto del territorio español, algo que nunca antes había ocurrido en esta Isla. Las tres olas de calor consecutivas y la reactivación del turismo reflejada en las consumiciones de bebidas, o la asistencia a conciertos en los que también se ingiere mucho líquido han chocado con la caída del stock en los principales productores del país.

Las fábricas que abastecen al mercado ralentizaron su producción al inicio del año debido a la crisis energética que implicaba una subida notable en los costes de producción, a la espera de que los precios se redujeran, pero no ha sido así, y ahora no pueden atender la demanda que llega desde cualquier punto de la geografía nacional. El almacenamiento del hielo no ha sido suficiente para atender todos los pedidos.

La consecuencia natural ante la alta demanda y la menor oferta ha sido el encarecimeinto del producto en un 300 por cien. «Un fabricante llega a pedirme 10 euros por un saco de diez kilos cuando, en general, no iba más allá de los dos euros», explica Nicolás Brondo, responsable de Illa Gelada SL, con sede en Ciutadella.

Ya se está racionando

Grandes superficies comerciales como Mercadona ya han optado por racionar la venta a un máximo de cinco bolsas o un saco por persona. Ante el retraso en los pedidos muchos responsables de negocios de restauración acuden a los supermercados a adquirir el hielo en grandes cantidades, de ahí las limitaciones que imponen, temporalmente, estas superficies. Ese racionamiento se nota también en algunos bares y locales de ocio poniendo menos cubitos de los habituales en la bebida.

Las fábricas no dan abasto y los precios están desorbitados, subraya Nicolás Brondo. «Nos sirven los pedidos con cuentagotas y es muy difícil encontrar en otros lugares», sostiene. La situación que se vive desde hace un par de semanas en Menorca no mejorará, al menos hasta final de agosto, vaticina el profesional de Ciutadella.

«Llegará un momento en que no podremos servir los pedidos a los restauradores y bares de la Isla, las fábricas ya ni contestan al teléfono y estamos sufriendo para poder atender todos los pedidos que tenemos», añade, «aunque haremos lo posible para que nadie se quede tirado».