Miquel Company lleva año y medio en el Govern y se autodefine como un gestor metódico | Gemma Andreu

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Es el miembro más joven del Ejecutivo de Francina Armengol y el más entusiasta, solo se tomará unos días de vacaciones a finales de mes. Miquel Company (Maó, 1985) lleva año y medio en el Govern con la responsabilidad, entre otras, de la gestión de los fondos europeos. Antes había trabajado ocho años en la banca, con 17 años participó como voluntario en la retirada de chapapote en A Costa da Morte y en las próximas fiestas de Maó cumplirá sus bodas de plata como caixer.

¿Qué parcela de las tres que lleva le genera más quebraderos de cabeza?

—Cada una tiene lo suyo. Cultura te hace estar muy activo y pendiente del sector, pero por la responsabilidad que implica, fondos europeos. Intento no descuidar ninguna, me he volcado bastante también en ciencia e investigación.

Hasta que ha aprobado la ley de ciencia.

—Me satisface esa ley, el trabajo lo empezó Martí March, faltaba pulir algunos aspectos y lograr el consenso de la comunidad científica y hemos conseguido su apoyo. Al final tuvo 52 votos a favor y ninguno en contra.

¿Qué va a significar para las Islas?

—Es una apuesta clara, ya no se trata de hablar de apoyo a la ciencia, tenemos una  ley que marca unos hitos. El primero y más importante es el presupuesto, que en 2030 llegará al dos por ciento  del de la Comunidad Autónoma, eso serán 130 millones, ahora estamos en 14, un salto cualitativo importante, se le da carácter estratégico. Y crea el Institut de Recerca de les Illes Balears.

¿Un organismo más?

—Alguien pensará que es un ente más de la administración imparable en su crecimiento, pero no. Nos hemos inspirado en Catalunya y el País Vasco, que son las comunidades que más han hecho en este campo, ambas tienen un insituto así, es una herramienta de investigación, si no la tienes no puedes avanzar. Nos permitirá sacar la mayor convocatoria pública para empresas del sector científico, hemos aumentado un 13 por ciento la financiación a universidades y centros de investigación. Es un área de la que no provengo pero me estoy volcando en ella.

Es de las pocas leyes que ha sido aprobada casi por unanimidad, 52 votos de 59.

—Agradezco el apoyo de todos los grupos, salvo Vox, que ni participó en los debates ni en la votación. Lo interpreto como un desprecio a la democracia, a la ciencia y a la ciudadanía, aunque no solo lo han hecho con esta ley.

La expectación está sobre todo en los fondos europeos, el maná prometido, ¿teme que tanta expectativa cause después decepción?

—Puede haberla pero no tiene porqué. Me explico, tenemos que ser pacientes, lo estoy reiterando a las empresas y entidades con las que estoy tratando de estas ayudas. Es cierto que las expectativas son altas y el momento, histórico, miles de millones a repartir pero esto no se hace de un día para otro, no hay un mecanismo en el que aprietas un botón y el dinero fluye, pero estamos siendo el primer país y primera comunidad autónoma en distribuir fondos y ejecutar proyectos.   

El reto es que no llegue solo a la administración sino a las empresas, cómo se logra?

—Soy plenamente consciente. El problema es que los mecanismos que existen son los mismos para un momento estructural que para un momento coyuntural. Para gestionar 300 millones de fondos europeos en siete años, que son los estructurales, has de hacerlo a través de ley de subvenciones, ley de contratos. Te caen 1.500 millones en un año y tienes que hacerlo con los mismo mecanismos y límites.

¿Se está excusando?

—No, las empresas también están sometidas a las ayudas del estado, a la regla de minimis, a las licitaciones públicas, etc. Desde que recibes los fondos hasta que redactas las bases de las convocatorias, te reúnes con todas las empresas y entidades y contrastas sus intereses y fórmulas más adecuadas y adaptar las bases a las necesidades lleva tiempo, como mínimo un año, necesitas redactar, comprobar jurídicamente, licitar, justificar y luego pagar. Puedes agilizar pero no cambiar el procedimiento.

¿Pero será satisfactorio?

—En 2025, cuando echemos la vista atrás mi esperanza es haber cumplido las expectativas, aunque el proceso haya sido largo y necesitado de paciencia.

La pregunta más repetida en los últimos meses es cuánto dinero llegará a Menorca.

—Lo que te puedo decir es que lo que ha llegado ya a Balears y a Menorca está cumpliendo con los porcentajes marcados por ley, un poco por encima. Según el Estatut nos toca un 12 por ciento y estamos en el 15,9 de los fondos asignados a las islas y que gestiona el Govern. Hay otros que gestiona directamente el Estado, que van directamente a las empresas.

¿Qué convocatorias están en marcha ahora?

—Ahora se están proyectando las diferentes convocatorias de industria, turismo, digitalización, etc, que son las que saldrán en el segundo semestre, un 60 por ciento irán a empresas. Menorca es, según la Oficina de Inversiones Estratégicas, las isla más preparada, con proyectos y definición estratégica más claros para optar a esos fondos.

¿Va a salir adelante alguno de aquellos presentados en la lla del Rei?

—Los proyectos menorquines los tenemos marcados como estratégicos desde el Govern, estamos haciendo un seguimiento para que todas las convocatorias que puedan revertirse sobre ellos consigan fondos. Hay una veintena larga de iniciativas.

¿Cuántos fondos ha gestionado ya directamente?

—La comunidad autónoma tiene asignados 1.490 millones y estamos sobre el 40 por ciento del total.

¿Cuál es hoy su principal preocupación como conseller?

—Como gestor, que es lo que soy y me considero, cumplir con el máximo de objetivos que me planteé al llegar a la Conselleria. Trabajo con excel siempre y lo comparto con mi equipo, hago un listado de proyectos y tareas clasificados por colores, rojo, naranja y verde. Ahora estoy sobre las 230 casillas y mi preocupación es que en cinco meses el máximo de casillas estén en verde. Es mi obsesión.

Será en un tiempo de ambiente electoral, ¿hay nervios?

—No los percibo, sinceramente. Lo que hay es muchas ganas de dejar atadas el mayor número de políticas e iniciativas con la conciencia tranquila de haber gestionado una pandemia, una crisis y trabajando con todos los sectores. Siendo un gobierno de izquierdas, no hay ninguno que nos pueda decir que le hemos dado la espalda. Hay ganas de consolidar esta inercia de trabajo cuatro años más.