Miquel Ametller pone fin a su trabajo el próximo día 24.

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Miquel Ametller Pons concluirá el próximo día 24 más de tres décadas de ejercicio como policía local de Ciutadella. El oficial, responsable del área de investigación de accidentes de tráfico, pasa a la jubilación con 60 años, satisfecho por el deber cumplido, crítico con la administración por las trabas que pone al ciudadano para acceder a ella, y proclamando que esta es una profesión de servicio que solo se puede cumplir desde la vocación.

¿Por qué se hizo usted policía local?
—Yo trabajaba como repartidor, iba a cumplir 30 años y mi hermano ya era policía en Alaior. Fue él quien me dijo que en Ciutadella se convocaban tres plazas, decidí presentarme y obtuve una de ellas. Hice el curso en Palma y desde entonces hasta ahora.

¿Cuál es la principal lección que ha aprendido en estos casi 32 años como policía?
—La gran indefensión del ciudadano ante la administración. Yo siempre he intentado abrir las puertas a quien ha venido a la comisaría porque sé las dificultades que tiene para cualquier trámite ante la administración, tienen las manos atadas.

¿Qué empleos ha tenido en la Comisaría de Ciutadella?
—Los últimos 20 años me he dedicado a la investigación de los accidentes de tráfico en la unidad específica que tenemos, cuando la creó Ignasi Camps, sin dejar de hacer otros servicios. A base de hacer muchos cursos te das cuenta de la complejidad de las investigaciones.

¿Algún caso concreto que le haya marcado?
—Hacer un atestado de un accidente con víctimas mortales hace que pienses y analices durante varios días, porque aunque el policía no sea un juez sí tiene que incorporar la parte técnica que servirá al juzgador pera decidir, y hay que hacerlo con detalle. En ocasiones resulta que además de haber fallecido es el responsable del accidente, y es lo que tenemos que averiguar con la máxima imparcialidad.

En su trayectoria ha vivido el momento más dulce de la Policía en cuanto a número de efectivos y el peor por la falta de ellos.
—Sí, llegamos a ser casi 80 agentes con unidades en Cala en Blanes y Cala en Bosc, pero poco a poco el número fue descendiendo y nos quedamos bajo mínimos. Ahora parece que empieza la recuperación con la creación de nuevas plazas pero tardaremos años.

¿Y cómo se gestiona el trabajo con menos policías?
—Quien sale perjudicado es el ciudadano, es triste, pero es así. Decirle que no puedes ir a su llamada porque estás en otro servicio hace que esa persona se vaya muy decepcionada de la Policía pero no de la administración que es la responsable.

¿Por qué se ha llegado a esta situación en todo el Archipiélago?
—Quizás, como ven que todo va más o menos bien, lo dejan correr, pero llegan jubilaciones, bajas, segunda actividad y se piensan que no pasa nada hasta que sucede. Cuando un político entra en el cargo se cree que lo sabe todo y tú, que llevas 20 0 30 años de servicio, dices ¿pero dónde va este? En todo caso, ellos son los que mandan.

¿La conflictividad en Es Pla es una cuestión imposible de resolver por lo que sucede casi cada fin de semana?
—No sé qué explicar. Yo creo que la gente de Ciutadella va mucho menos a Es Pla por lo que sucede y elige otros lugares. Ves muchas personas de fuera y el ambiente es más chusquero. Quizás debería haber más policía allí pero eso coartaría la libertad de la gente. Es la conciencia de cada uno la que debe llevar a un buen comportamiento, pero juegan un papel importante las drogas y el alcohol. Debería haber más mano dura pero la Policía Local hace lo que puede.

¿Según la relación entre trabajo y salario, es una buena profesión la de policía local?
—Si los ayuntamientos quisieran aplicar la valoración de los puestos de trabajo que supondría incrementar las retribuciones porque trabajas con rotación y peligrosidad, sí lo sería.

¿Entonces usted no lo recomendaría?
—Sí, sí, yo lo recomendaría pero no por el salario sino por la vocación de ayudar al pueblo. Pero no ganamos mal y además ahora los agentes están muy bien formados con conocimientos de leyes, sanitarios y de empatía con la gente.

¿Qué futuro le espera en la jubilación?
—Pues más tiempo con la familia, mi mujer, Consuelo, viajar a Múnich a ver a mi hijo Miguel, a Eivissa, a ver a mi hija Paloma. Tengo un simulador de vuelo que me gusta mucho y un dron con el que me entretengo.