El alcalde José Luis Benejam ha salido reforzado de la cita electoral del pasado 28 de mayo

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El experto comunicador metido a alcalde va de éxito en éxito en las urnas. La última, hace apenas un mes, le valió la más amplia mayoría que haya gozado nunca el PP en Alaior, un pueblo tradicionalmente socialista que, desde la crisis económica, se ha convertido en el bastión popular de Menorca. Siempre locuaz, José Luis Benejam presume de Alaior y de gestión, y se emociona al relatar cómo defiende la diversidad sexual en el municipio.

Reedita la mayoría absoluta, y con más margen que hace cuatro años. ¿Qué le queda por hacer?

—Nos propusimos poner a Alaior en el centro de Menorca y lo estamos logrando. Es el municipio más dinámico, y el pueblo nos lo agradece. En 2019 obtuvimos un resultado magnífico y el de ahora, a solo 39 votos del octavo concejal, ha sido formidable. Es el mejor del PP en Alaior en toda su historia. Y, pese a ello, gestionamos para todos, nos hayan votado o no, e impulsamos iniciativas inéditas que nos permiten conectar con las diversas sensibilidades.

Fue el primer municipio de Menorca en promover una celebración institucional con motivo del día del orgullo gay.

—Sí, porque tenemos muy claro que cabe atender la diversidad. Que cada cual rece al Dios que crea oportuno y ame a la persona que quiera, con independencia de su género.

Este año todos los ayuntamientos se han adherido a la celebración, pero no así el nuevo Parlament, con mayoría del PP y Vox. ¿Le hace sentir incómodo, tratándose de su partido y del socio con el que gobierna?

—Carece de todo sentido que una institución no sea sensible con esta realidad. No se entiende. Mientras haya una sola persona que se plantee si su forma de amar encaja o no socialmente, o si es rechazada… La responsabilidad de todo representante público es dar visibilidad a los sentimientos humanos. La homosexualidad y la transexualidad no son una elección de nadie, sino que naces con esta identidad.

¿Sería incapaz de pactar con Vox, ni aunque lo necesitara?

—Hay cosas que tengo muy claras. Y, por eso, en Alaior hemos colgado la bandera Lgtbi y organizamos un programa de actos con motivo del día del orgullo. Somos diversidad y lo practicamos.

¿Han ocupado el lugar que Es Mercadal reivindicó con el recinto ferial?

—Alaior ha sido siempre un referente económico en Menorca, la cuna de grandes empresarios y emprendedores, y de ferias como la del campo. Yo mismo tenía 19 años cuando puse en marcha la primera feria del coche de ocasión (Feriame), el gran desarrollo de Catisa lo propició un alaiorenc, y también La Menorquina es un invento nuestro. Soy un enamorado de Alaior, y más ahora que hemos hecho del museo de arte contemporáneo un referente balear, que hemos abierto el convento de Sant Diego, construido el casal juvenil… Me hace sentir orgulloso, pero no es la obra de un solo alcalde o gobierno, sino también de la oposición. Es mérito de todos.

¿Con las cuentas saneadas, es más fácil impulsar proyectos?

—Sí. Tener la deuda a cero lo es todo. Nos permite plantearnos retos que, evidentemente, no podían contemplarse en 2011, cuando el municipio arrastraba una deuda de 17 millones y no podía pagar ni las nóminas del personal. El trabajo que realizó la alcaldesa Coia Sugrañes fue estratégico para levantar cabeza. Gracias a ello hoy también somos el segundo municipio con los impuestos más bajos, tras Es Migjorn Gran.

¿Por eso también se han subido el sueldo?

—Como otros municipios, hemos actualizado el nivel retributivo del equipo de gobierno, que no se tocaba desde hace ocho años. Mientras el personal del ayuntamiento cada año cobra un poquito más, nosotros aún no nos habíamos aplicado ningún incremento. Por eso, con toda la humildad, hemos creído que ya era el momento de actualizarlo. Pero ni yo ni un solo edil estamos en el cargo para cobrar más, sino para ayudar y dedicarnos en cuerpo y alma al bien general. Y también a ahorrar todo el dinero posible a los contribuyentes. Duermo poco y es a lo que dedico buena parte de mi jornada laboral de casi 20 horas al día.

¿En qué invertirán, aprovechando su bonanza económica?

—Sobre todo, en servicios sociales, en solventar los problemas de la gente, en facilitarle ayudas al pago de un alquiler. Pero, también, compraremos los terrenos de la antigua fábrica de Coinga para construir una sala multifuncional, un geriátrico, zonas verdes, aparcamientos, y una piscina municipal.

¿Una piscina, ahora que Maó promueve la segunda?

—Creo que Maó debería replanteársela (risas), pues parte de sus usuarios son de Alaior y, cuando tengamos la piscina aquí, dejarán de desplazarse.

¿Cuánto cuesta?

—3 millones de euros. Y se edificará en los terrenos del campo de fútbol 7, precisamente donde Esquerra Unida, que entonces formaba parte del gobierno, promovía en 2007. Así que no me avergüenzo de decir que seguimos, en este sentido, los postulados de EU. Cuando algo está bien planteado, hay que llevarlo a efecto, venga de donde venga.

¿Y Es Banyer? ¿Para cuándo el nuevo centro de salud?

—Pues esperamos que ya. Por crucial que sea para nosotros, imagino que el Govern habrá priorizado otras inversiones y, por eso, se ha enredado tanto. Cuando esté listo, aprovecharremos el edificio de Es Banyer para convertirlo en la nueva escuela municipal de música. También pondremos en marcha la escuela de artes e invertiremos y gestionaremos el teatro del Centro Cultural.

Urbanizaciones. ¿Qué priorizan en Cala en Porter?

—Se merece un punto verde y, también, un centro médico en condiciones, y no solo la consulta de horario limitado que hay ahora. En Cala en Porter viven 1.200 personas todo el año, casi tantas como Es Migjorn, lo que justifica la creación de un centro médico.

¿Confía que el cambio de gobierno en el Consell contribuya a desbloquear el sudoku urbanístico de Son Bou y dé luz verde a Melià para rebajar la altura de sus hoteles?

—Confío que estos temas que parecen eternos hallen una solución. Todos los grupos políticos del municipio aprobamos la rebaja de altura propuesta por Melià, a cambio de que se le permita construir en el solar de al lado, con un modelo sostenible. Es una cuestión de justicia que tanto el nuevo gobierno del Consell como el PTI deben hacer posible.

¿Teme que el contencioso judicial del GOB frustre el proyecto?

—No sabría decirle. En estas cosas no cuenta tanto la voluntad política como los parámetros técnicos y jurídicos. Espero que el clamor unánime en Alaior sea atendido por el Consell, y lo permitan también los criterios técnicos. Nunca aprobaremos una licencia que no cuente con todos los informes favorables. No trabajo por intereses políticos, sino por el bien de Alaior.

Las obras de la carretera general llegan a su fin este mes, tras ocho años. ¿Cómo lo ha vivido?

—Con pesar. El balance no puede ser más negativo. Tener una carretera en permanente estado de construcción ha afectado de lleno a alaiorencs y visitantes. No es normal que una obra así se enroque durante ocho años por una cuestión meramente ideológica, cuando lo que debe primar es el sentido común y la practicidad. Además, carece de sentido tener todo parado ocho años para acabar proponiendo lo mismo. Como sostenían los técnicos, no tiene que demolerse el puente de Rafal Rubí, y la solución del PP de mantener el de L’Argentina igualmente estaba bien planteado. Es lamentable haber perdido ocho años para acabar volviendo al mismo punto.