María de Gracia Mus ha cumplido sus últimos 9 años de ejercicio en la Fiscalía de Maó. | Gemma Andreu

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María de Gracia Mus Sintes (Maó, 1963) ha completado su ejercicio profesional como la funcionaria de justicia más veterana de Menorca. Han sido 42 años entre juzgados y Fiscalía que le permiten llegar a la jubilación tras haber vivido como nadie la transformación de un aparato judicial cuyo funcionamiento, admite, deja mucho que desear. Siempre risueña, melómana y aficionada al arte, Gracia pide más reconocimiento al cuerpo funcionarial que representa.

¿Cuándo y cómo ingresó en la judicatura?

—Por casualidad, a los 18 años recién cumplidos en el entonces Juzgado de Distrito de Mahón. Me iba a ir a estudiar Empresariales a Barcelona pero a raíz de un accidente de tráfico tuve que asistir al juicio y ahí mi vida dio un giro radical. Entré como meritoria (becaria sin sueldo) en el Registro Civil. Ahí todos mis compañeros acordaron darme una parte de su sueldo, lo que fueron 35.000 pesetas al mes. Por las tardes trabajaba con el procurador José María Pérez Genovard y aprendí los trámites civiles y penales. En cuanto hubo una vacante entré en la plantilla ya como funcionaria y seguí en el mismo juzgado hasta que en 2014 pedí el traslado a la Fiscalía, donde he estado hasta ahora.

Usted ha vivido la transformación del aparato judicial en Menorca…

—Sí, antes había más compañerismo y trabajo en equipo, fundamentales pese a los medios arcaicos, máquinas de escribir Olivetti, por ejemplo. Casi todo se hacía con bolígrafo. La colaboración con la Policía Nacional y Guardia Civil era estrecha. Las sentencias, autos y providencias las tecleábamos en dos folios y    papel de copia. Poco a poco se fueron implantando las nuevas tecnologías y recibíamos cursos de formación en cuanto salía una nueva ley, lo que ahora apenas se hace.

¿Cuál ha sido el cambio más importante?

—De tener un Juzgado mixto en Maó y otro en Ciutadella a tres en Maó, dos en Ciutadella, un Juzgado de lo Penal, un Social, Oficina de apoyo a las víctimas de violencia de género, dos forenses y seis fiscales en plantilla, lo que ha conllevado un aumento de personal insuficiente para el volumen de trabajo. Cambios importantes se han dado muy pocos. Hay muchas cosas en la Justicia que no funcionan aquí ni en otros juzgados.

¿Ha crecido el trabajo paralelo al aumento de la litigiosidad en Menorca?

—Muchísimo, pero de forma desproporcionada. Se pleitea mucho más que antes.

Los jueces y fiscales suelen estar de paso en la Isla, ¿hay más estabilidad con los funcionarios?

—No. Menorca es el primer destino de muchos que aprueban las oposiciones, pero se marchan en cuanto pueden. Eso da falta de agilidad, de experiencia laboral y formas de trabajar que son muy distintas, por eso también se ralentizan unos trámites que son lentos de por sí. No se fomenta el trabajo en equipo como en una empresa privada, hay otra mentalidad y así no se puede funcionar bien. Y si le añadimos la falta de medios, es un caos.

¿Cuál ha sido su destino más complicado?

—El Juzgado número 1 de Maó desde que se le asignó la Violencia de Género en 2005. En 33 años hice de todo, hasta barrer. Es complicado, haces guardias aunque sea localizable lo que genera mucho estrés y más horas de la jornada laboral. Aprendí muchísimo pero me dejé incluso la salud y al final nadie te agradece nada, sólo eres un número para la Administración. Cuando llegué a Fiscalía en 2014, el cambio a nivel de compañeros y jefes fue radical, mucho mejor en todo.

¿Ha asistido usted a centenares de declaraciones, ¿cuáles recuerda más?

—He visto lo mejor y lo peor del ser humano. Recuerdo la expresión de un condenado por homicidio de una turista francesa en 1987 que negaba haberla matado, quemado y profanado el cadáver, cuando le fueron exhibidas las fotografías y pruebas en su contra. Igual que la de los terroristas del intento de atentado contra el Rey Juan Carlos I, cuyo barco fue remolcado hasta la Base Naval de Maó. Declaraciones de más de catorce horas a traficantes de droga… Pero mi peor experiencia fue estar de guardia la Navidad en que mi hermano falleció trágicamente, y con 18 años asistir con juez, forense y Guardia Civil al levantamiento de un cadáver en Alaior.

Los funcionarios exigen mejoras de organización y salario. ¿Se sienten menospreciados por el Ministerio en relación a jueces, fiscales o secretarios judiciales?

—Siempre hemos sido menospreciados por el Ministerio, para el que somos un número y nada más. Hemos tenido que luchar por derechos que ha costado adquirir y mantener, cuando hemos reclamado mejoras se nos ha ninguneado.

¿Recomendaría opositar a este cuerpo funcionarial?

—Sí, en cualquier Ministerio. Ser funcionario de Justicia no es un trabajo cómodo ni está bien remunerado, pero asegura un sueldo. Hay que tener empatía, respeto y educación igual que en todo trabajo cara el público cuyo trato es difícil por las situaciones en muchos momentos duras y dramáticas.