Sentarse a la mesa es una lucha contra uno mismo para los afectados por trastornos alimentarios.

TW
0

Un grupo de apoyo de Comedores Compulsivos Anónimos (OA por sus siglas en inglés, Overeaters Anonymous) se reunirá por primera vez de manera presencial en Menorca, la cita es el domingo 27 por la tarde (18.30 horas) en la iglesia anglicana de Es Castell, un espacio cedido para esta ocasión aunque, como deja claro esta comunidad de afectados por Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA), no hay doctrinas ni religiones en sus sesiones.

Es una experiencia única y liberadora para las personas que tienen problemas en su relación con los alimentos poder compartir su situación con otros que pasan por lo mismo, sacudiéndose el estigma que aún acompaña este tipo de trastornos. «Yo misma hace un año tal vez no hubiera ido», admite la impulsora del encuentro, que hasta ahora ha participado en sesiones híbridas de comedores compulsivos, reuniones a las que se puede asistir en persona pero también seguir y participar vía internet.

La confianza y el anonimato son fundamentales en estas sesiones de apoyo mutuo, en las que cada participante se presenta, admite ser un comedor compulsivo y comparte su experiencia. «Nadie te obliga, pero así te limpias, exponiendo tu caso, también ayuda mucho escribir, ahí es donde yo puedo ser honesta al cien por cien, en las reuniones aún me cuesta», explica María (nombre ficticio), quien padece ortorexia. Este trastorno se define como la obsesión patológica por comer sano, eliminando alimentos que piensan que no lo son; sus consecuencias para la salud son varias, entre ellas anemias, desnutrición y exceso o defecto de vitaminas. «Hace unos años mi ritmo era una semana de comer bien y hacer deporte, cuatro días más igual y tres días de banquete», explica, «compensaba esos tres días de juerga con once estrictos, y desperté cuando me diagnosticaron una anemia».

Los trastornos que más ha conocido en los grupos de apoyo son anorexia, bulimia, atracón seguido de dieta y, sobre todo, acuden mujeres, aunque ella piensa que los hombres los sufren igual pero se ven más condicionados por la vergüenza y los estereotipos. Anima a todos los que crean que pueden estar afectados por un problema con la comida a acudir a la cita en Es Castell, «yo estoy abierta a lo que venga, al principio hay que improvisar», afirma, «es importante identificarse con el problema» y recalca que los TCA no son «un problema de falta de voluntad» sino una predisposición a gestionar la vida, las emociones, a través de la comida «yo encontraba consuelo en ella, cuanto tenía una decepción comía para no sentirla, ahora veo que me engañaba».

El apunte

Un test para conocer si la relación con los alimentos es saludable u obsesiva

La comunidad de OA ofrece en su web comedorescompulsivos.es una guía para identificar un posible trastorno de conducta alimentaria, con 15 preguntas para saber si se es o no un comedor compulsivo. Algunos de esos comportamientos que indican una relación obsesiva con los alimentos son: buscar comida cuando las emociones son intensas; comer sin hambre o dejar de comer cuando el cuerpo necesita nutrirse; darse atracones; sentir culpa o vergüenza en relación con el propio peso; notar que afecta a la salud o a la vida cotidiana la forma de comer;ayunar o restringir mucho la ingesta de alimentos para perder peso. Estas son solo algunas de las cuestiones para plantearse y autodetectar un problema. «Si mi vida se ha vuelto ingobernable y ya no sé ni cuántas dietas han fracasado, ¿qué puedo perder por ir a una reunión?», afirma la organizadora.