Viola Cassetti, Ana Ocaña y Joan J. Paredes, son los docentes del curso en el Llatzeret  | ESPM

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La Escola de Salut Pública que se celebra en el Llatzeret incluye un curso innovador, que abre el abanico de los temas que plantean mejoras tangibles en la atención sanitaria. Se titula «Metodologías participativas para explorar el territorio: innovando en los diagnósticos comunitarios enfocados a la acción». Lo imparten tres profesionales del grupo del Programa de Actividades Comunitarias en Atención Primaria (Pacap): Joan J. Paredes Carbonell, director de Primaria de La Ribera (Alzira), Ana Ocaña Ortiz, directora de Primaria de Gandía, y Viola Cassetti, investigadora en promocion de la salud, del mismo grupo de trabajo.

¿Qué son las metodologías participativas?

Joan J. Paredes (J.P.): Son un concepto clave en los procesos comunitarios y de acción local. Podríamos decir que son los caminos para conseguir la participación en este tipo de procesos. Hoy en día nos encontramos ante el reto de conseguir que las personas nos impliquemos en procesos que tienen que ver con nuestra salud. Los representantes políticos, pero también los profesionales y la ciudadanía.

¿Nos cuesta participar?

J.P.: Muchas veces los procesos dependen excesivamente del profesional. No están tecnificados y la ciudadanía tiene un rol más bien pasivo. Opina, pero no se le implica activamente. Con estas técnicas intentamos conseguir una participación real, no solo decorativa, de todos los actores.

¿Hace falta pedagogía para que la gente participe y crea que su opinión es relevante?

J.P.: Sin duda. El inicio de todo proceso de cambio y transformación empieza por el análisis de situación de la salud. Poder obtener una imagen o fotografía de la situación es primordial y eso se consigue preguntando e invitando a que la foto no la hagan solo los técnicos, sino también las personas que viven en un determinado espacio porque ellas son las auténticas expertas en un barrio, una calle…

Viola Cassetti (V.C.): Hace falta pedagogía, pero también crear espacios para fomentar una verdadera participación. Y en este sentido, el primer esfuerzo pedagógico debe ser el del personal dedicado a la salud. A veces, por miedo o desconocimiento, no sabemos cómo empezar estos procesos y nos encerramos en lo técnico y no nos abrimos a la ciudadanía. En la Escuela de Salud Pública de Menorca tratamos de enseñar a crear estos espacios de encuentro y a garantizar que todas las voces sean escuchadas.

Hablan de una foto de la situación, ¿cómo se consigue?

Ana Ocaña (A.O.): Existen muchas maneras, pero hay que tener claro que cuando nos referimos a la salud lo hacemos a través de todos aquellos factores que pueden afectar a nuestro bienestar: la vivienda, el trabajo, el urbanismo, el transporte, las relaciones sociales… En la Comunidad Valenciana, por ejemplo, tenemos una red de municipios que promueven la salud. Xarxa Salut crea mesas de salud y ahí empieza todo. Nos juntamos todas las personas que formamos parte de ella y cada una aporta desde su mirada particular para crear esta imagen general y colectiva de un territorio.

Y después, ¿cómo se articula toda esa información para convertirla en acciones?

J.P.: No es fácil, pero es una de las claves de nuestra manera de entender estos procesos. No va de tener la foto y ya está. Va de orientar la participación hacia una acción real y transformadora.

¿Pueden poner algún ejemplo de acción derivada de estos procesos de participación?

A.O.: En uno de los municipios, por ejemplo, surgió el hecho de que las personas se quejaban de que no había muchas posibilidades para relacionarse o hacer actividades. Fue interesante porque el ayuntamiento defendía que había muchas actividades, pero que la gente no se apuntaba a ninguna. En ese proceso conjunto lo que se hizo fue ver las cosas que interesaban a la gente, aglutinar todas las inquietudes culturales y sociales y reunirse con el departamento de cultura y deporte. Entre todos se articuló una oferta adaptada a la demanda real. A veces, no hace falta grandes cambios, sino reorientar unos recursos que ya existen.

Y una visión más holística de la salud… ¿Creen que la sociedad es consciente de que la salud va más allá de ir al médico y seguir un tratamiento?

J.P.: Creo que los ciudadanos lo tienen más claro que los profesionales. Tendemos a hablar de sanidad, pero no de salud de manera más integral y de bienestar. La salud no solo tiene que ver con los servicios sanitarios, también tiene que ver con la educación, las condiciones de vida, un trabajo digno, el clima… Necesitamos una visión que tenga más que ver con los entornos que con los comportamientos, pero no está en la agenda de las personas que deciden.

¿La pandemia no nos concienció a todos?

J.P.: Parecía que sí, pero la pandemia ha pasado y no ha sido así. Parecía que nos iba a enseñar muchas cosas, pero por desgracia parece que las hayamos olvidado casi todas y es frustante.

Ana: La pandemia sí nos enseñó que el entorno influye mucho en la salud. Vivir en una casa grande o pequeña, con terraza y en un lugar con zonas verdes, el trabajo…    todo afecta y condiciona que puedas tener mayor o menor riesgo de contagio o acceso a las vacunas. Pero aun así, ha quedado poco de todos aquellos aprendizajes.

¿Se ha perdido una oportunidad para avanzar colectivamente?

J.P.: La pandemia ha quedado para demostrar que podemos trabajar de manera conjunta, pero que esta unión debería reutilizarse para construir y no solo para abordar situaciones graves o de crisis.

Por último, ¿cómo son los determinantes de la salud que aparecen en la foto de Menorca?

J.P.: Menorca tiene un paisaje y entorno maravilloso, y sus poblaciones son relativamente pequeñas. Todo esto son factores de bienestar, factores protectores. Sin embargo, también tiene el elemento turístico que puede distorsionar la calidad de vida en la isla. Hay que saber modular este factor que es fuente de riqueza, pero también de riesgo para el bienestar y salud de las personas que viven aquí.