Una de las encargadas del centro de distribución de alimentos. | Emilio Chamizo

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El fotógrafo, cronista y gran viajero asturiano-menorquín Emilio Chamizo se ha propuesto llevar a cabo un programa humanitario para atender a los damnificados de la guerra de Ucrania, con la puesta en marcha de una campaña de recogida de botes de leche infantil en polvo para los bebés del país invadido por Rusia. «Me dijeron que lo que yo podía hacer era decir a Europa que están atendiendo a 2.000 personas al día, se arreglan con lo que tienen, pero lo que no tienen y necesitan urgentemente es leche en polvo infantil, lo que los ingleses dicen baby food», asegura Chamizo.

El reportero gráfico señala que hasta la fecha las autoridades solo pueden entregar a cada familia un bote de 400 gramos al mes de leche en polvo, cuando en condiciones normales hacen falta dos botes por semana, lo que significa que los bebés que viven en Ucrania están infraalimentados. «En Ucrania intentan recolectar y almacenar alimentos para pasar el invierno, porque saben que va a ser muy duro. Por ello, le di vueltas al asunto, pienso que Menorca es una sociedad humanitaria y creo que los menorquines entenderán perfectamente la gravedad del asunto. Por tanto, voy a empezar un programa de recogida de leche en polvo, porque quizás    la gente es más reacia a entregar dinero, que lo entiendo, pero si pides un bote de polvo en leche, aunque sea de los pequeños, ya lo conseguiremos», afirma.

La guerra de Ucrania, a resultas de la invasión rusa, ya dura un año y siete meses. | Emilio Chamizo

Chamizo señala que a partir de ahora tendrá que contactar con personas que quieran colaborar con el proyecto, que le aporten ideas y que le faciliten contactos, lo cual reconoce que no es fácil. «Lo que si me prometieron allí, cuando fui hace unos meses, es facilitar la tramitación de los documentos para que no hubiese problemas para cruzar la frontera ni para pasar los palés con las cajas de botes de leche en polvo. Cuando tenga un poco más avanzado este programa, iré de nuevo a Ucrania», afirma.

Cuando se llega a una ciudad como Dniéper -señala Chamizo- y uno ve que enfrente está un ejército que quiere acabar con el otro, a los que solo les separa el río, se crea una sensación muy extraña, a pesar de haber vivido numerosos conflictos.

La guerra de Ucrania está generando situaciones de distinta índole en el país, como los soldados en el frente y bodas de jóvenes soldados con sus parejas. | Emilio Chamizo

Esperanza

El fotógrafo asturiano-menorquín apunta que los ucranianos están esperanzados con la ayuda exterior, porque la última vez que estuvo hace unos meses se encontró con donantes de diferentes países, aunque nunca se recauda el dinero y material suficientes para paliar los gastos que genera    una guerra. Calcula que en Europa hay seis o siete millones de refugiados, pero en Ucrania hay otros cuatro o cinco millones que están en Kiev, en Odesa y en otras ciudades importantes que también necesitan muchas ayudas para simplemente sobrevivir.

Chamizo, a la derecha, con dos jóvenes soldados ucranianos

Chamizo ha visto guerras anteriores, como en 1991 en los Balcanes, cuando estaba de paso en moto en la ciudad de Dubrovnik, aunque la primera vez le pilló en 1979 en Nicaragua donde estaba visitando el país y se encontró con tanquetas que circulaban aunque al principio, reconoce, no se es consciente de que se trata de una guerra.

Punto de vista

Dignidad pese a todo

Vuelvo a Ucrania un año y medio después para ver cómo ha evolucionado  la guerra en estos 18 meses y me encuentro a un pueblo que ya ha completamente asimilado la guerra en el día a día.  Percibo una mezcla extraña de sensaciones tanto en mí como en lo que vemos en la calle. Pese a las numerosas alarmas aéreas,  la población sigue con sus actividades habituales, sin apenas inmutarse. Lo que sí aprecio es un aumento considerable de los precios y muchas más personas con dificultades buscándose la vida por las calles.

En cada persona que conoces y te cuenta un poco su vida, descubres un drama. Vidas rotas, hijos o hermanos fallecidos, falta de trabajo, de hogares destruidos por las bombas.

Hay lugares que no puedo mencionar, pero sobre todo en la línea divisoria del Dniéper, la vida se ha vuelto muy difícil para sus habitantes, más arriba hacia Zaporiyia, totalmente imposible. Por un pequeño problema logístico, tuve que volver unos días a Odesa y sorprende ver cómo a menos de 200 kilómetros del frente, aquí parece que no ha pasado nada. En la zona de la Opera, cada día, muchas parejas jóvenes, guapos, bien vestidos, se casan, ríen, se besan. Te parece sorprendente y contradictorio, pero cuando hablas con ellos te comentan que lo hacen para tener descendencia en caso de fallecimiento en la guerra.

En un centro de distribución de alimentos, que tiene el récor de entrega de alimentos durante la guerra, las personas hacen cola, pacientemente, en silencio y con dignidad. Natalyia y Diana, las responsables del centro, me cuentan que atienden a 2000 personas y refugiados cada día, pero que pese a las ayudas, lo que más necesitan, urgentemente y de cara al invierno, es leche infantil en polvo para bebés de 0 a 2 años, muy difícil de conseguir y a precios prohibitivos para las familias necesitadas, a los que solamente pueden entregar un bote de 400 gramos al mes por bebé. Toda madre europea sabe que harían falta como 2 botes por semana. Por lo que los bebés de las zonas más castigadas están infra alimentados.

Es un tema que me ha impactado mucho y he decidido hacer una campaña de recogida de leche infantil en polvo y llevarla a Ucrania.

Esperemos que esta guerra y todas las otras, olvidadas por el mundo, puedan acabar pronto.

Emilio Chamizo