Marta Cardona

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Marta Cardona, madre y docente, se ha erigido en una de las portavoces del movimiento contra la digitalización en las aulas junto a Amalia Quintanilla. Fue de las primeras, en julio, en publicar cartas de opinión y en contactar con otras familias y profesionales, hasta que el grupo fue creciendo. «No estamos en contra de las nuevas tecnologías», aclara. «Somos conscientes de que los alumnos no están todo el tiempo con el ordenador», pero la digitalización «se ha inoculado de forma tan transversal en todas las asignaturas que se está agravando la adicción de nuestros hijos a las pantallas».

En 2018, apunta, se planteó sustituir los libros de texto tradicionales por chromebooks, «lo que generó gran controversia en los claustros, pero durante la pandemia se vio como algo beneficioso, pues permitía el contacto con el alumnado».

Pero esa apuesta se mantuvo aún después de la pandemia y, «se han puesto al alcance de los menores unas herramientas que, si no se usan bien, son peligrosas. Y no se pueden faciltar en edades en las que aún no se está preparado para ello, pues acaban siendo más aptas para enganchar que para fomentar el aprendizaje».

Hasta los deberes se cuelgan en la red, «en el Classroom, y eso obliga a las familias a ejercer de policias para controlar si nuestros hijos han hecho o no aquello que les habían encargado en clase. Pero, cuando terminan los deberes en el ordenador, quieren un rato de ocio y videojuegos, y eso aumenta su exposición. Las pantallas son adictivas. Y si a los mayores ya nos cuesta gestionarlo, ¿cómo no les va a costar más a chavales que todavía no han podido formar los pilares fundamentales de su personalidad? Nos sentimos desbordados».

Actualmente, la Conselleria pide permiso a los padres para abrir un correo electrónico a todos los niños a partir de seis años. «Y si éstos no hacen un buen uso, se nos responsabiliza», lamenta Cardona, quien incide en que «las familias preocupadas por esta cuestión son las que realmente se están ocupando de la educación de sus hijos».

Según ella, la creciente digitalización en las escuelas «es un experimento. Han entrado ordenadores en las aulas creyendo que van a hacer aprender más y mejor, cuando es todo lo contrario. ¿Cómo se quiere fomentar el esfuerzo de los alumnos si saben que, entrando en internet, van al rincón del vago y hacen un copia-pega? El canal visual está muy potenciado, pero se está perdiendo el auditivo, y la comprensión lectora también se reduce. Así no es extraño que cada vez los niños sufran más problemas de atención».