Cuello de cisne y americana verde, a tono con las siglas, Maite de Medrano es la afiliada 505 de Vox. En la foto, en la sede de Maó. | Katerina Pu

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La única voz de Vox en las instituciones de Menorca, Maite de Medrano de Olives (Maó, 1962), tiene en su mano la mayoría en el Consell. Un poder que ahora ha usado contra el PP, con el que pactó en julio, para echar por tierra los presupuestos de 2024. Tras cuatro meses de convivencia y un sonoro enfrentamiento con su director insular, fue cesada en noviembre como consellera ejecutiva de Vivienda, Innovación y Agenda Urbana y, por ello, no ha podido participar de la confección de unas cuentas que acaba de tumbar porque las ve impregnadas de tintes de izquierda. Por eso pide al PP restablecer el pacto y que se la vuelva a dar entrada en el gobierno.

Es la afiliada 505 de Vox, al que se afilió en enero de 2014 «porque entendí que era la respuesta que España necesitaba». Y ésta es la primera entrevista que concede desde que tomó posesión del cargo en el Consell. «Han pasado tantas cosas -dice- que, ahora que llegamos a fin de año, era el momento de hacerlo».

¿Qué Vox es Maite de Medrano?¿El del Parlament, el disidente de Xisco Cardona o el de Menorca? Dicen que no se la ha visto mucho en reuniones de partido...
— Porque no las ha habido, sobre todo desde que Xisco Cardona asumió la coordinación. Yo era la vicecoordinadora. Se comentan muchas cosas falsas sobre mi. Y no, no hay varios Vox, que es otra de las falacias que se difunden. Vox es uno solo. ¿Que han pasado por el partido personas que no son las adecuadas? Pues sí, como en todos los partidos.

¿Qué balance hace del primer medio año en las instituciones?
— Positivo, porque ha sido un reto, con sus escollos. Pero el panorama está ahora mucho más esclarecido. También ha sido un aprendizaje. Soy arquitecto, vengo del mundo profesional y de la universidad, donde he centrado toda mi faceta investigadora en Menorca.

No hay muchos cargos públicos con su formación.
— Las personas somos mucho más que los títulos. También está la experiencia. Pero le agradezco que usted lo valore, porque creo que se ha ocultado o minorizado mi currículum.

¿Por qué ha dejado entonces de acudir a reuniones y comisiones, tanto en el Ayuntamiento de Ciutadella como en el Consell?
— He sufrido una campaña de difamación importante. Se ha puesto en marcha un máquina de picar carne en mi contra, cuando he asistido a todos los plenos de las dos instituciones, menos en octubre, sencillamente porque estaba enferma. Padezco covid persistente y me contagié por tercera vez. En cambio, hay cargos de otros partidos que no van a los plenos y no veo que eso sea noticia. Me imagino que ciertas personas han querido aportar datos falazmente utilizados sobre mi para poner esa máquina de picar carne en marcha.

Pero el presidente la cesó y le quitó sus competencias, en cierto modo, por no hacer su trabajo, por falta de confianza...
— La única que ha empleado el argumento de la falta de confianza he sido yo. No tengo constancia que me cesara como consellera ejecutiva por esas razones. Yo pedí el cese de un cargo de confianza de Vox, el director insular, precisamente por absoluta y total falta de confianza.

Y el presidente no lo aceptó...
— Se nos obligó a que el nuevo director insular tenía que ser un cargo del PP y cuando advertí que en Vox no íbamos a admitir eso, se me puso en el dilema de ‘o es así o te vas a la oposición’.

Pero el pacto implicaba que cada conseller eligiera a sus directores insulares, ¿no?
— Así es, como ha pasado siempre. Yo solicito la destitución del director insular, pero en su lugar se me impone a un cargo público del PP. Lo considero inadmisible, pero lo único que se me dice es ‘si esa es la respuesta, estás cesada’.

Y, desde entonces...
— Estamos en otro escenario. El PP ha incumplido el pacto y Vox asume que está en la oposición, porque no acepta ese chantaje.

El director insular Ricardo Galí la ha acusado a usted de acosarlo, y hasta la denunció ante el Consell. ¿Qué pasó?
— Una pérdida total y absoluta de confianza.

¿Pero de dónde viene este desencuentro? ¿Cuál es la raíz?
— Cuando alguien no hace su trabajo y no cumple con sus obligaciones ni está a la altura de las circunstancias, cuando está al servicio de otra persona y no del partido que le ha contratado y, en lugar de cumplir lo pactado, cumple órdenes de una persona que no era de Vox…

¿De quién está hablando?
— Lo sabe todo el Consell. Él mismo presumía de estar ahí a las órdenes de Xisco Cardona (diputado).

¿En qué se traducía esta desobediencia? Han trascendido episodios, como que usted no le dejó subirse a un barco rumbo al Llatzeret junto a otros cargos y se quedó en tierra. ¿Qué importancia tiene eso, tanto si es por orden de Cardona o de usted? Debe haber cosas de mayor calado...
— Es una muestra de absoluta falta de confianza, de una persona que está allí dispuesta a dinamitar el trabajo de Vox y de su consellera desde el principio.

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¿Cardona ya está en el Grupo Mixto y ajeno a Vox en el Parlament, pero sigue estando presente en el partido en Menorca?
— Cardona ha hecho mucho daño, pero ya es pasado en Vox. Todas las personas que me han difamado y que me han montado esta campaña, todas juntas, no suman ni la mitad de años de militancia en Vox que llevo yo. El exdirector insular es uno de ellos, el señor Cardona es otro, y la que fue durante dos meses vicecoordinadora, Pilar de Vicente, es otra.

¿Por qué, estando fuera de los dos gobiernos en minoría del PP, en Ciutadella votó a favor de los presupuestos y en el Consell lo hizo en contra?
— En Ciutadella, primero me abstuve y en el segundo pleno se votó a favor, pese a no estar de acuerdo con el presupuesto, porque era continuista y con partidas de la izquierda. Pero la aritmética en el Ayuntamiento era una y en el Consell otra. En el Ayuntamiento es imposible un coproyecto PP-Vox porque no dan los números, pero con el poco porcentaje que se puede, Vox sí apoyó al PP. Y lo hizo también para visibilizar como la izquierda llevaba semanas toreando y chuleando al gobierno del PP, que les había tendido la mano para negociarlos. En el Consell insular sí se puede llevar a cabo el proyecto PP-Vox. Por eso Vox no puede dejar de hacer lo que sí puede.

En el Parlament, Vox acaba de ser determinante para incluir enmiendas en los presupuestos, que el PP ha aceptado.
— El pacto en el Parlament, de nuevo por la aritmética, es que Vox se queda fuera del gobierno a cambio de negociar cada punto. El PP solo requería de la abstención de Vox, no de la aprobación. Esa fue la línea roja que el PP puso, porque los números le amparaban. Pero no es la situación del Consell ni del Ayuntamiento. Son tres sitios con tres matemáticas diferentes.

¿Mantiene la oferta de aprobar los presupuestos si se le vuelve a dar entrada en el gobierno del Consell insular?
— La oferta es la mano tendida, no defraudar a los menorquines que votaron a favor de un acuerdo PP-Vox, sentarnos a buscar lo que nos une en vez de lo que nos divide y sacar un nuevo proyecto para Menorca que suponga un cambio de rumbo, que cambie las políticas, no las sillas ni las personas. Esa es la oferta, y sigue ahí, porque tenemos la capacidad matemática de proponer y cumplirla. Aunque somos dos partidos diferentes, nos une mucho más de lo que nos separa. Y nuestros votantes probablemente piensan mucho más parecido que las discrepancias entre las cúpulas de ambos partidos. Esa alternativa PP-Vox es la que no podemos desperdiciar en el Consell. Si Vox hubiera seguido en el cogobierno, como la mayoría de menorquines desean, los presupuestos habrían sido diferentes, el proyecto sería otro y no se hubieran perpetuado políticas de la izquierda. No es una silla. Si quisiéramos una silla, no nos habríamos ido. Habríamos aceptado el chantaje del PP, el director insular que nos imponía y seguiríamos en la silla. Si a Vox le importaran las sillas, estaríamos ahí. O estaríamos en el gobierno en Balears. Los hechos demuestran las cosas, no las palabras, no lo que la gente difunde y quien lo hace, encima, quiere tu mal.

¿Se ha visto con Vilafranca desde el pleno de presupuestos del jueves? ¿Ha habido algún contacto, llamada, mail o WhatsApp para acercar posturas?
— Le expresé claramente a Vilafranca nuestra voluntad absoluta de mano tendida a negociar y es él quien debe dar ese paso.

Paso que, por sus declaraciones iniciales, no parece que vaya a dar. Dice que no cederá a ningún chantaje y que gobernará con las cuentas prorrogadas.
— Es su elección. La de Vox ha sido tender la mano.

¿Qué hará Vox si el PP se empeña en seguir su camino de gobierno en minoría? No solo necesita su voto y la mayoría absoluta para aprobar los presupuestos...
— Espero y deseo para el nuevo año que el señor Vilafranca pueda descansar y ver la situación desde otro punto de vista, desde el que los menorquines que nos han votado desean. Que nos entendamos, demos solución a esto, prioricemos lo que nos une y cambiemos de verdad el rumbo de Menorca. Si aún así eso no ocurre, Vox hará oposición desde nuestras propias convicciones. No podemos olvidar que somos servidores públicos y quienes nos han votado piden o que el PP haga un pacto con el PSOE y Més o que lo haga con Vox. Los votantes de Vox también tienen todo el derecho a ser respetados y a recibir de sus instituciones parte de las cosas que desean.

Hace unos días, la diputada de Vox en el Parlament, Idoia Ribas, decía que el PP es un partido que no tiene una ideología clara en casi nada. De hecho, en el Parlament ha renunciado a algunos postulados a cambio de aceptar las enmiendas de Vox y así poder aprobar los presupuestos. ¿Cómo ve al PP en Menorca? Al que, dice, incluye algunos toques de izquierda en los presupuestos...
— Hay algo más que un toque, hay muchos. El PP en general es un partido al que a veces se le presuponen cosas que luego no se corresponden con los hechos. Dependiendo del lugar de España, hay un PP u otro. A veces es difícil saber ante qué PP estás. Hay partidas de los presupuestos del Consell que, sinceramente, me cuesta creer que a sus votantes les puedan parecer bien. El PP juega a varias bandas. En campaña da una imagen, en declaraciones dice una cosa y luego los hechos hablan de otra. Sin ir más lejos, no sé qué piensan los menorquines que han votado al PP de que destine 800.000 euros a cooperación internacional, 700.000 a ideología de género, 230.000 a seguir con las políticas lingüísticas…

¿No será que en algunos aspectos, como la lengua, el PP aquí no tiene una posición tan dura como a nivel nacional?
— El PP nacional está dirigido por Alberto Núñez Feijóo, que ha sido durante décadas presidente de Galicia, donde ha impuesto la misma inmersión lingüística que hay aquí en Balears. El PP no da un mensaje claro en toda España y esconde muchas de las cosas que hace. Por ejemplo, el PP de Madrid lleva varios años pagando abortos. ¿Lo saben sus votantes? A lo mejor les parece bien. ¿Saben los votantes del PP en Madrid que la inmersión lingüística en Balears, en Valencia o en Galicia la hizo el PP?

La viñeta de Zaca sobre la crisis política del Consell de Menorca.

¿Puede que el PP tema que se repitan las movilizaciones en contra de la época Bauzá, cuando trató de imponer el trilingüismo y los profesores se echaron a la calle? Le costó el gobierno...
— El PP en las regiones no nacionalistas, con segunda lengua cooficial, ha sido el partido que ha pilotado los proyectos de inmersión lingüística a imagen y semejanza de lo que hizo Pujol en Cataluña. Es algo que desconocen las mayoría de sus votantes, pero no parece que hayan estado muy en contra. En un momento determinado el señor Bauzá quiso cambiar algunas cositas. Pero el problema es que durante demasiados años se ha gastado el dinero de los españoles en hacer ingeniería social y en adoctrinamientos. Y en lograr que la mayoría de los docentes, o al menos los activistas, estén a favor de estas ideas. La izquierda ha sido capaz de salir a defender sus ideas y de movilizar la calle. De hacer activismo, que ha vendido a través de los medios afines como que representan a toda la sociedad y que todo el mundo quiere lo mismo, con lo que ha creado otra falacia cuando, que haya esas movilizaciones, no quiere decir que toda la sociedad desee lo mismo. Y la sociedad está muy harta y demanda esa libertad de elección de lengua. Es muy fácil. Dejemos elegir, y a ver qué pasa.

¿En Menorca existe realmente esta problemática? Muchos centros aseguran no haber tenido nunca conflicto alguno con el actual modelo lingüístico.
— Pues yo tengo conocidos menorquines que me han transmitido esta problemática, pero no de ahora, sino de hace muchos años. Como bien sabe, soy menorquina y lo conozco. Pero es cierto que existe casi una dictadura silenciosa, que hace que quien se opone es demonizado, señalado… No hay más que preguntar a esa niña y sus padres de Canet, el calvario que han sufrido, la valentía, la heroicidad añadida que hay que tener para decir todo esto en público. La inmensa mayoría calla, pero no porque no lo desee.

Volvamos a estas partidas ‘de izquierdas’ a las que alude. Los 800.000 euros en política internacional, supongo que se refiere a las ayudas del Fons.
— Bueno, es que sorprende porque somos una nación que ya tiene organismos que se dedican a ello. A ver, ¿es que en Menorca sobra tanto el dinero? ¿Acaso no tenemos gente vulnerable, necesitada, que podemos permitirnos repartir 800.000 euros no se sabe a quién ni a dónde? ¿A dónde va, a qué ONG? ¿Ayuda de verdad a los vulnerables? ¿En qué nación nos estamos convirtiendo? Vivimos con unos aires de grandeza extraños, cuando hay tantas necesidades por resolver.

¿Por qué se ha quebrado el buen entendimento entre los líderes del PP y Vox, Feijóo y Abascal? ¿No les ayudaría un acercamiento a propiciar más acuerdos a nivel autonómico e insular?
— La mayoría de los españoles que han votado a PP y a Vox posiblemente quieren que nos entendamos. Si están ocurriendo cosas tan graves como la amnistía, lo importante es frenarlo y ser una alternativa real. Pero somos dos partidos diferentes, y el presupuesto del Consell lo demuestra. Ya sea por el miedo a las movilizaciones o porque realmente lo comparten, es así.

¿Cómo se siente su electorado en Menorca?
— Les estamos defraudando si no somos capaces de recuperar la ilusión y la esperanza que se les dio. Y esa esperanza no es solo expulsar a la izquierda del gobierno, pero conservando políticas de izquierda, porque eso no es esperanza. Y por eso Vox mantiene la mano tendida al acuerdo.

¿Hasta cuándo?
— El tiempo dirá. Ojalá sea pronto pues, cuanto antes vuelva todo a su cauce normal, antes podremos ponernos a trabajar en serio y antes dejaremos de defraudar a los menorquines. Todos deberíamos ceder. Hasta las mejores parejas tiene sus momentos de crisis. Pero Vox no es una amante a escondidas, que se oculta en el armario y no se enseña a los padres ni se lleva a casa el día de Navidad. Buscamos un cambio de rumbo, una alternativa y queremos hacer juntos un nuevo proyecto para Menorca.