Aspecto actual que ofrece la depuradora de Binidalí, cuya construcción finalizó en 2007. | Gemma Andreu

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Diecisiete años después de la inauguración de la depuradora de Binidalí, la Dirección General de Costas y Litoral ha concedido el permiso a la Agencia Balear del Agua y la Calidad Ambiental (Abaqua) para la instalación del emisario submarino, lo que permitirá poner en marcha la planta tras casi dos décadas de espera.

El permiso autoriza la ocupación del dominio público marítimo-terrestre, así como el vertido al mar de las aguas tratadas, y es un paso adelante fundamental para actualizar el proyecto y poner en funcionamiento la planta, que deberá dar servicio a las urbanizaciones de la costa sur de Maó, como la propia Binidalí o Es Canutells, y también a una parte del municipio de Sant Lluís. Sin esta autorización, este proyecto estratégico estaba encallado, y por ello no se ha podido avanzar a lo largo de todos estos años.

Revisión del proyecto

Abaqua recibió la autorización para la instalación del emisario a principio de mes, y ahora se tendrá que llevar a cabo la revisión de todo el proyecto, que cuenta con un presupuesto de 2 millones de euros. El proceso deberá incluir la incorporación de más de cuarenta condicionantes, así como la actualización económica y normativa. De manera paralela, se tramitará la financiación necesaria para, posteriormente, proceder a la licitación de las obras.

Previsiblemente, el presupuesto inicial del proyecto sufrirá modificaciones por la incorporación de todas las prescripciones y la actualización de precios, y se prevé que el plazo de ejecución de la instalación del emisario sea de aproximadamente un año.

Preocupación por el impacto

La adopción de un sistema constructivo innovador, a través de la perforación horizontal dirigida, ha sido clave para superar la preocupación inicial de los vecinos de la zona y de las organizaciones ecologistas, que se oponían al trazado original del emisario por sus posibles afectaciones marítimas y terrestres.

Descartadas las obras convencionales mediante zanjas, el nuevo método permitirá salvar el desnivel y alcanzar el punto de vertido previsto a 500 metros de la costa sin alterarla, evitando el impacto directo sobre el barranco y la cala de Binidalí, y minimizando la afectación marítima, especialmente sobre los organismos bentónicos y las praderas de posidonia de la zona.

El apunte

Una inauguración que dio paso a un largo camino de obstáculos

En septiembre de 2004, el entonces conseller balear de Medio Ambiente, Jaume Font, colocó la primera piedra de la depuradora de Binidalí, acompañado de los alcaldes de Maó y Sant Lluís, Arturo Bagur y Llorenç Carretero. El día del inicio de la construcción de la planta, Font destacaba la velocidad con la que se había desarrollado el proyecto. «En julio nos reunimos el alcalde Bagur y yo y nos marcamos la meta de empezar las obras en septiembre y así se ha hecho», señalaba satisfecho y sin sospechar lo que habría de venir.

Inauguración ‘fake’

Finalmente, en febrero de 2007, Font, Bagur y Carretero se volvían a encontrar, esta vez para inaugurar la infraestructura, aunque lo que vino después fue un largo camino de obstáculos y trámites administrativos. Ahora, con el permiso de Costas, por fin se intuye la luz al final del túnel.