Jaume Cerdà Capllonch.

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Pertenecía a una saga de marineros y pescadores, conocidos como los ‘Nius’. Jaume Cerdà Capllonch (Ciutadella, 1937) desarrolló su actividad profesional, también su vocación y pasión, en contacto siempre con el mar a través del puerto de Ciutadella.

Empezó a pescar a los trece años y se jubiló en 2002, pero no renunció a su relación con la actividad pesquera y marítima. Su familia procedía de Pollença, donde sus abuelos ejercían como mestres d’aixa. En invierno construían barcas y en verano se dedicaban a la pesca de la langosta. Después se trasladaron a vivir a Ciutadella.

En una entrevista publicada con motivo de su jubilación, Jaume Cerdà explicó que «al llegar a Menorca, mi abuelo trabajó en ca's Marot y mi padre se dedicó a la pesca. Al dejarlo, traspasó la barca a mi hermano Biel. Pero el último mestre d'aixa y quien realmente siguió la tradición fue mi tío Joan, quien construyó la barca que yo he utilizado siempre, la «Maritoni», con el nombre de mi mujer y mi hijo, que acabo de vender».

Pesca de langosta con 'nansa'

Jaume Cerdà Capllonch se dedicó a la pesca de la langosta con nansa. Indicó que «hoy casi todos los profesionales de Menorca y Mallorca utilizan redes para su captura. La nansa es un arte menos rentable, pero mucho más selectiva y que no daña a otras especies marinas».

También subrayó que «el mar es muy duro. Hay días de gran temporal y otros en los que, tras una larga jornada, llegas a casa vacío. Hacerte a la mar es muy bonito, porque disfrutas de una libertad de la que adoleces en tierra, pero no recompensa el enorme esfuerzo realizado».

Constante y activo socio de Amics de la Mar, entidad con la que la colaboró en la organización de cursos para explicar la elaboración de las nanses, Jaume Cerdà advirtió, hace 22 años, que «si no se sobreexplotan los recursos marinos, podrá vivirse durante más tiempo del mar. Si todos utilizaran nanses habría más tortugas. Pero las barques bou y otras embarcaciones abusan de las artes de pesca. Antes las barcas tenían un máximo de cincuenta redes y ahora una embarcación con tres pescadores a bordo puede sobrepasar las noventa. No obstante, la mejor prueba de lo sacrificada que resulta esta actividad es que hay pocos pescadores en activo. Un motivo importante es que la langosta se pesca en verano y precisa que salgas a faenar cada día, sobre todo si te sirves de la nansa».

Sobre los precios de venta del pescado, Jaume Cerdà, que también fue leal voluntario de Cruz Roja, dijo que «no es que sean caros, sobre todo si se comparan con los de península. Con lo alto que está el nivel de vida, el pescado debe venderse a buen precio. A quien diga que son caros yo lo subiría un día a mi barca en una jornada de gran tempestad para que se diera cuenta de si es tan caro como creía. Son muchos años y me he encontrado en infinidad de situaciones complicadas, en las que pides que Dios exista y te ayude para que la tormenta amaine».