El bloque de once pisos del Ibavi que se construye en la calle Bisbe Sever de Sant Lluís. | Gemma Andreu

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En los concursos de obra pública cada vez se repite más una situación, la adjudicación a una empresa que concurre en solitario. Algunos proyectos ahora en marcha en Menorca han evitado de esta manera que la licitación quede desierta. Así se adjudicaron las viviendas del Ibavi de Sant Lluís, las de Fornells y las de Es Migjorn Gran; en los dos últimos casos se adjudicaron proyectos que con anterioridad habían quedado desiertos. En el edificio que se levanta en Santa Anna se presentaron dos constructoras.

La situación de baja o nula competencia se repite en otras obras, como el gimnasio del CEIP Antoni Juan Alemany, a la que solo se presentó una empresa, o incluso con proyectos de envergadura y elevado presupuesto, como el geriátrico de Es Castell, que en un primer intento quedó desierto y después se contrató con la única constructora que se presentó, por un montante de 6 millones de euros. La construcción de la nueva piscina municipal de Maó es otro ejemplo, una sola empresa optó al proyecto y además, la Administración no consigue apenas rebaja del presupuesto inicial en las adjudicaciones: tres euros en la obra de la piscina.

«Que se presente una sola empresa a un concurso público no es bueno, denota que algo no está funcionando», señala Sandra Verger, directora general de la Asociación de Constructores de Balears, quien recuerda que la Unión Europea «casi lo considera igual que si quedara desierto». Evidencia una falta de competencia y deja a la Administración sin la posibilidad de ahorrar en el coste de las obras públicas.

Los contratos públicos con un solo licitador batieron récords en España durante 2022, con un aumento de más del 60 % según datos de la Oficina Independiente de Regulación y Supervisión de la Contratación pública y la tónica continúa.