Imagen de las extracciones de sangre realizadas en el anexo del Hospital Verge del Toro el 11-M.

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La sociedad encontró en la donación de sangre una vía para canalizar su angustia y frustración y de algún modo, aunque fuera desde la lejanía, ayudar a las víctimas y los heridos. «No hubo ninguna llamada, fuimos nosotros los que nos tuvimos que organizar para atender las ganas de donar de la población, al llegar al banco de sangre a primera hora de la mañana ya había colas», recuerda Eva Gómez, de la Fundació Banc de Sang i Teixits de Balears, de aquel triste 11-M de hace 20 años.

Ella trabajó en Palma, donde se tuvo que colocar un autobús delante de la sede para acoger a los donantes, «el personal dobló y triplicó» su horario habitual, «no éramos conscientes de la magnitud de lo sucedido hasta que no terminamos la jornada, estábamos concentrados en las donaciones», priorizando los tipos de sangre cero positivo y cero negativo «los primeros que se usan en casos de catástrofe», explica.

En Menorca se organizaron donaciones durante tres días, el 11, el 12 y el 15 de marzo, en el anexo del Hospital Verge del Toro y en la sede de la hermandad de donantes de Maó; el lunes 15 también se abrió campaña en Es Migjorn Gran.

En esos tres días 130 personas acudieron a donar, 103 pudieron hacerlo y de estos, 50 donaron sangre por primera vez en su vida, impelidos por la necesidad de solidarizarse con los afectados por la masacre en Madrid.

Del 11 al 15 de marzo de 2004 en Balears 1.593 personas se presentaron para donar, 1.355 lo lograron (no todo el mundo es apto y todos los donantes superan un cuestionario confidencial), y de estos, 291 donaron por primera vez.

Las Islas enviaron a Madrid 150 unidades (bolsas de sangre) para ayudar a los heridos en los atentados. «La solidaridad se dio en todo el territorio español», señala Gómez, quien recuerda que fue «algo muy emotivo y positivo dentro del drama» que se estaba viviendo.