Marc Riera Pons en la biblioteca de Maó, donde pasó numerosas horas de estudio. | Gemma Andreu

TW
4

Once meses de estudio ininterrumpido, de lunes a sábado, han dado sus frutos. Marc Riera Pons ha obtenido una de las 48 plazas que el Ministerio de Sanidad ofertaba este año en el examen de Radiofísico Interno Residente (RFIR). Entre los 305 aspirantes, este ingeniero menorquín, de 27 años, logró el puesto 18. Esa posición le da opciones de elegir destino y en su lista de preferencias está el Hospital Universitario Virgen del Rocío, uno de los complejos sanitarios más grandes del país.

¿A qué áreas de la ingeniería biomédica se dedica?
—Cuando me gradué y finalicé el Máster en Ingeniería Biomédica de Tecnum, estuve trabajando dos años en el Centro de Investigación Médica Aplicada (CIMA) de Pamplona, colaborando en un proyecto que consistía en replicar un pulmón humano en un dispositivo (sistemas de organs-on-chips) para estudiar las infecciones y realizar así el triaje de fármacos. Otros colegas se dedican a áreas como la genómica, los biomarcadores o la consultoría.

¿Por qué decidió presentarse al RFIR y cursar la especialidad hospitalaria?
—Durante la carrera vimos cómo funcionaban los equipos de rayos X o de resonancia magnética, pero fue en el máster, con la asignatura de grandes equipamientos médicos, cuando ya estuve dentro de un hospital, nuestros profesores eran radiofísicos y nos mostraban casos. A mí la parte clínica siempre me ha gustado, y ver que lo que estás estudiando tiene una aplicación en el puesto de radiofísico y que repercute directamente en el bienestar de la gente, esa satisfacción personal, fue lo que me motivó. Presentarme al examen RFIR siempre era algo que tenía en la cabeza, y cuando terminé mi contrato con el CIMA acabé de decidirme.

¿Qué fue lo peor a la hora de sostener la disciplina de estudio y preparar el examen?
—Creo que lo más duro fue el verano, es una época del año en la que siempre hay muchos planes y estudiar con calor es complicado, con la humedad y 35 grados ponerte a estudiar a las cuatro de la tarde, se hacía duro, pero lo solventé. Durante la recta final en lugar de estudiar en casa me iba a la Biblioteca Pública de Maó, el ambiente que se respira allí me ayudaba a concentrarme más. En cuanto a las materias, siendo el examen del área de física, hay muchas asignaturas en común con ingeniería pero había otras de física nuclear y física cuántica que eran nuevas para mí y tuve que hacer un esfuerzo extra.

¿Cuántos años le esperan ahora de seguir formándose?
—Para completar la especialidad en hospitales en el caso del radiofísico son tres años. Hay un plan cerrado con tres ramas, la radioterapia para el tratamiento de tumores; la protección radiológica en cualquier proceso donde hay radiación; y la parte de imagen, TAC, rayos X, resonancias y medicina nuclear.

Su buen resultado le permite ahora elegir destino ¿ha pensado en regresar a Balears?
—En principio puedo elegir entre 30 hospitales. La semana que viene empiezan las jornadas de puertas abiertas y yo iré a Sevilla, al Hospital Universitario Virgen del Rocío, y al Hospital Clínic en Barcelona. En Balears únicamente hay una plaza y es en Son Espases. Hay muy pocas plazas. Lo más seguro es que vuelva a la Península, es lo que más me apetece después de haber pasado un año y medio preparando las oposiciones. Pasados esos tres años ya veré si regreso a las Islas o hacia dónde puedo tirar.

Barcelona o Sevilla entonces...
—Visitaré el ‘Clínic’ aprovechando que estaré en Barcelona pero tengo más interés en ver el ‘Virgen del Rocío’. Lo importante ahora es encontrar el centro del que salgas con la mejor formación posible, en todos hay una buena formación pero los hospitales más grandes cuentan con un gran número de equipos y profesionales, y el ‘Virgen del Rocío’ es el hospital más grande de Andalucía.