Muerte de un disidente. Alex Goldfarb y Maria Litvinenko. Informe. Taurus. Madrid, 2007. Traducción

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J.C.


En noviembre del año pasado llegaba a las portadas de medio mundo la fotografía de un moribundo Alexander "Sasha" Litvinenko. Este ex espía ruso pasó a ser objeto de atención para los medios cuando se supo que moría envenenado. Todos los dedos señalaron al Servicio de Inteligencia ruso, del que Sasha había huido hacia poco más de seis años. Ahora aparece un estudio sobre lo sucedido: "Muerte de un disidente" es la historia de una traición. Narrada en primera persona por el amigo y portavoz de Litvinenko, Alex Goldfarb, y escrita con la estrecha colaboración de su viuda, puede leerse como un "thriller" político, pero sin perder de vista en su trasfondo la narración de unos hechos reales sorprendentes por su actualidad y sus enormes implicaciones de carácter público.

Su análisis va desde la Rusia Federalista de Yeltsin hasta la de su sucesor, Vladimir Putin, y pasa por capítulos tan oscuros y sonados como las guerras en Chechenia, el hundimiento del Kursk, el atentado de la escuela de Beslán o las diferentes crisis económicas provocadas por la desmembración de la Unión Soviética. Estos sucesos sirven de hilo conductor a la tesis final, según la cual los procedimientos del KGB vuelven a gobernar Rusia. Después de tantos años en que aquellos servicios secretos dominaban la vida y los pensamientos de los soviéticos y haber sido despreciados por esa causa, resulta que Putin ha optado por seguir un camino semejante, porque ha pensado que el dominio de la situación no se lograría sin el concurso de los mismos a quienes había descabalgado antes.

Para los ciudadanos normales estas situaciones son tremendamente preocupantes. El que nuestra libertad se halle condicionada por las actuaciones de una serie de individuos y organizaciones, que trabajan de forma subterránea en persecución de unos fines secretos (y cuanto menos discutibles), que dicen buscar el bien común (cuando todos sabemos que algunos lo confunden con sus intereses personales), es algo que no deja tranquilo a nadie. Pero grandes potencias y pequeñas naciones actúan de esta manera, sin que se nos alcancen los fines buscados ni los métodos que emplean. Y los ciudadanos, como marionetas.