París: suite 1940. José Carlos Llop. Relato. RBA. Barcelona, 2007. 158 páginas. 16 euros.

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J.C.


Hay un escritor que últimamente está recibiendo mucha atención y que se ha convertido en una especie de referencia dentro de la bohemia elegante en las décadas centrales del pasado siglo, aunque su inclinación hacia una especie de fascismo literario y distante le ha atraído simpatías y hondas antipatías también. Nos referimos a César González-Ruano, autor de una serie de libros que no le dieron jamás para comer, por lo que tuvo que vivir siempre del periodismo, del que por cierto abominaba. Corresponsal de prensa en la Italia de Mussolini y en la Alemania de Hitler, se hizo querer por todos ellos, pero despertó la desconfianza de sus seguidores, porque nunca supieron hasta qué punto era ideológicamente adicto o un aprovechado para sus intereses y cambalaches.

Mientras se hallaba destacado en Berlín, para informar a los lectores del diario "Abc" sobre lo que se cocía en palacios ocupados por los nazis y en los cuarteles habitados por oficiales y policías, pidió un salvoconducto para viajar hasta el París ocupado. Lo obtuvo sin mayores problemas, pues no en vano era un representante de la prensa franquista a quien había que tratar con delicadeza para que siguiera glosando las maravillas del III Reich. Se instaló en la capital francesa y ya no volvió a Berlín. Abandonó la corresponsalía y, mientras componía algunas de las obras que anhelaba crear (y que el duro ejercicio de la crónica no le permitían cultivar) vivió de las rentas acumuladas y de otras nuevas que supo granjearse. Se ignora cómo, pero se sospecha, porque en aquel tiempo había muchos judíos millonarios que estaban dispuestos a malvender joyas y cuadros con tal de hacerse con dólares suficientes para escapar o pagaban cantidades desorbitadas por un pasaporte falsificado. ¿Fue esta su fuente de financiación? No lo sabemos, pero la Gestapo estuvo a punto de fusilarlo cuando se hartó de verlo zascandilear en estos ambientes (no es fácil concluir que también reunirían pruebas que le incriminaban). Por fortuna para él se salvó al final.

Ésta es la historia que un novelista como José Carlos Llop ha sabido recoger y transformar en materia cercana al reportaje. "París: suite 1940" es el relato de una anécdota y de una vergüenza. Sus conocimientos y su sensibilidad le permiten contarlo de manera atractiva y esclarecedora.