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Daniel González Mora
El pasado jueves, asistí a una charla coloquio sobre la asociación "Slow Food", por iniciativa del GOB, que se celebró en el salón de plenos del Ayuntamiento de Mahón.
Este movimiento fue creado en Italia, en 1986 por el periodista Carlo Petrini en la ciudad de Bra para fomentar la recuperación de los buenos hábitos alimenticios; Petrini, comprendió que tenía que hacer algo para detener el avance del "Fast food", cuando vio que abrían un McDonalds en su pueblo, dándose cuenta de que las nuevas generaciones habían perdido la sana costumbre de dedicarle tiempo a comer.
Hoy día la asociación cuenta con más de 100.000 socios repartidos por todo el mundo, que fomentan el respeto por el producto y por los productores. Dentro de sus objetivos, destacan:
a) Otorgar dignidad cultural a las temáticas relacionadas con la comida y la alimentación.
b) Individualizar los productos alimenticios y las modalidades de producción ligados a un territorio, en una óptica de salvaguardia de la biodiversidad, promoviendo su categorización y protección, como bien cultural.
c) Elevar la cultura gastronómica de la ciudadanía y en particular de las generaciones más jóvenes, con el objetivo de lograr la plena consciencia del derecho al placer y al gusto.
d) Promover la práctica de una calidad de vida distinta, basada en el respeto al ritmo y tiempo naturales, al ambiente y la salud de los consumidores.
Para un cocinero todo esto es muy importante, es decir, un producto tiene mayor valor si conozco su procedencia directa; no es lo mismo un conejo de granja que ha malvivido, que un conejo que cría el payés a base de hierba, que él mismo ha sembrado, teniendo cuidado de que no pase frío en invierno, ni calor en verano, la carne de un animal estresado o maltratado también maltratará a quien la coma; ya que por el mero hecho de existir los humanos erosionamos el medio en el que vivimos, qué menos que respetarlo al máximo.
Además el Slow Food, promueve el pasar tiempo en la mesa, compartir mesa con amigos y familia, es un acto de generosidad, dedicar tiempo a elaborar un plato o a hacer un buen queso, es el auténtico lujo de hoy en día.
La asociación protege un comercio justo, donde evitemos las grandes superficies con productos estandarizados, luz y aire artificiales y fomentemos los productos artesanos y orgánicos, en lugares más naturales. Por ejemplo ¿se imaginan Menorca libre de pesticidas, totalmente orgánico? Estaría bien siendo como es una Reserva de la Biosfera y aunque lo desconozco, no sé si existirían muchas islas en el mundo con ese privilegio.
Dentro del sinfín de actividades del Slow Food en el mundo, han creado la primera Universidad de Ciencia Gastronómica en Pollenzo y Colorno, protegen productos alimenticios locales amenazados de extinguirse con "El Arca del gusto" y el "Salón del Gusto" en Turín, donde en el Foro Internacional Terra Madre, se han agrupado un montón de productores de países de todo el mundo para poder intercambiar sus productos artesanos directamente.
Por si todo esto fuera poco, el movimiento Slow, está traspasando la gastronomía para fomentar un nuevo estilo de vida, de ahí surgen también las Slow Cities o Convivias, que son ciudades de menos de 50.000 habitantes donde el ritmo de vida permite vivir muchos más años y de una manera más pausada.
Siempre he pensado que en cierta manera en Menorca, llevamos a cabo la filosofía Slow, ya que nos gusta practicar el deporte del "poc a poc", dedicarles tiempo a la familia y a los amigos en torno a la buena mesa en la que siempre abundan los productos de la tierra. ¿No debería ser éste el mejor de los reclamos turísticos? Transmitir un estilo de vida más pausado, menos consumista y disfrutar de las cosas buenas cuidando el entorno.
sapedreradespujol@telefonica.net