La lechuga

Daniel González Mora
Tras los excesos de la época navideña, en la que quien más y quien menos se ha sobrepasado con el abuso de grasa y dulces, el cuerpo nos pide una alimentación más ligera, que nos ayude a depurarnos, y las lechugas resultan ideales para esto.
En nuestra dieta no debe faltar a diario un platito de ensalada, pues las lechugas no contienen grasa y sí antioxidantes, como la A, C, E, B1, B2 y B3, minerales como el fósforo, hierro, calcio, potasio y aminoácidos esenciales.
El mercado nos abastece durante todo el año de lechugas y hoy en día existen un sinfín de variedades con las que podemos elaborar las más variopintas ensaladas. Además de las iceberg, trocadero o francesa, romana y oreja de mulo, hoja de roble, lollo rosso y escarola, que son las más comunes, también están otras hojas o brotes que podemos utilizar como lechugas con sus mismas virtudes y que permitirán un abanico inagotable, con maches, Ficoide glaciale o planta de hielo, berros, espinacas tiernas, mizuna, acelga roja, etc? También resulta muy cómodo comprar mezclum, ya que incluye muchas hojas distintas y suele venir higienizado, con lo que nos ahorramos el tener que lavarlas y escogerlas, es decir, que van directas al plato. Si por el contrario queremos desinfectarlo en casa, ya saben, agua bien fría con una gotita de lejía apropiada, y para conservarla, en la nevera deshojada y con capas de papel húmedo, nos durará 3-4 días perfectamente crujiente.
A mí particularmente me gusta la trocadero, por su textura aterciopelada, aunque la romana me refresca mucho cuando acompaña a un cordero asado; la iceberg es algo insípida, pero en "juliana" y bien condimentada, también tiene su gracia, y el resto nos da sabores amargos, como la escarola, e incluso picantes, como los berros.
Casi siempre la consumimos cruda y para aliñarla tenemos que esperar al último momento y ayudarnos de 4 personas: uno, prudente con la sal, otro, generoso con el aceite, otro, avaro con el vinagre y otro, un nervioso que la mezcle.
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