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Raquel Marqués Díez
Carla Bruni es el antes y el después en el Palacio del Elíseo. ¡Ay!... ilusa de mí, cuando la semana pasada clamé por buscar a esas "mariposillas" que pueden cambiar y resfriar al sistema me olvidé por completo del culebrón "Sarko". Echen mano de los "kleenex" y el Frenadol porque desde la boda relámpago del político y la cantante en La France arrecia el virus de época que en España bautizamos como el bodorrio del torero y la tonadillera. Salvando las diferencias, claro está, puesto que no me imagino a la Torre Eiffel como icono del enamoramiento cañí. Bromas aparte, la ecuación que en el fondo casa poder con cultura, no sólo encumbra aún más a la ciudad del amor, sino que por encima de todo el presidente de la República y la ex modelo han transformado la manera de hacer política.
En la nación de las baguettes, el foie y los croissants, el glamour va camino de elevarse al cubo a costa de la ciudadanía. Boquiabiertos se han quedado nuestros vecinos franceses... Los ríos de tinta acerca del romance entre la aterciopelada voz del pegadizo "Quelqu'un m'a dit" y su flamante marido son ya las cataratas del Niágara. Si el pistoletazo de salida ya fue demoledor, con un vertiginoso flechazo de Don Cupido, la llegada a meta les aseguro que traerá sorpresas.
Tres libros son esta semana el aperitivo documental sobre la pareja. Los informativos "cazan" la audiencia con los pormenores del idilio. Incluso el riguroso telenoticias de TV3 concluía el pasado miércoles su información al respecto haciéndose eco de un sms donde supuestamente el presidente habría rogado a su ex mujer Cécilia con un explícito: "Si vuelves, lo anulo todo". Por suerte "Sarko" aún manda, y mucho. La vida privada "pesa" y si se es público de inmediato le hace a uno "presa" de los objetivos indiscretos, por lo que pocos días después el jefe de Estado no sólo se apresuró a desmentirlo, sino que anunció una demanda a la web del semanario "Le Nouvel Observateur". Que precisamente en el menester de "observar", lo que se dice "observar", no va muy fino.
Pero estudiemos ahora las posibilidades culturales de este nuevo "País de las Maravillas" con viajes a las pirámides de Egipto incluidos. La recién estrenada primera dama anuncia una reconversión del papel de "madame". Parece ser que los títulos no le agradan del todo y que se conforma con ser la de siempre, Carla Bruni, la de la lista de éxitos musicales que, lejos de sentirse amedrentada por su nuevo "status" social, iniciará este mes la grabación de su tercer disco.
Y si tan "natural" es como se nos vende en sus canciones que al menos medie para salvar la crisis discográfica. Declive instando por lo "piratesco" que ella misma ha sufrido en sus propias carnes. En 2002 su primer álbum "Quelqu'un m'a dit" vendió 1,2 millones de ejemplares en Francia y 800.000 en el extranjero. Su segundo trabajo, "No promises" (2007), no tuvo el mismo éxito. Sólo vendió 80.000 copias en Francia...
El casamiento beneficia a ambos. Al político que desde hace meses está en boca de todo el mundo y a la cantante que, aunque sea sólo por morbo, remontará su carrera discográfica. Carla, acuérdate de la industria, no todos tus compañeros de profesión tienen la oportunidad de emparentar con un presidente. ¿Sabes?, aquí tenemos un dicho: "Com més mar, més vela..." Anda, enróllate y anima a "Sarko" a que invierta más en cultura.