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Rubén Pérez Atienza
Un grupo que cita entre sus influencias al queso de Menorca, a priori al menos ya resulta interesante. Ése es el caso de Manos de Topo, la sorpresa más agradable que nos deparó el panorama musical patrio en 2007. Si aún siguen dándole vueltas a lo del queso, déjenlo, la explicación es muy fácil, Pau Julià, el 25 por ciento de la banda, es de Sant Lluís, quien desde la otra parte del hilo telefónico comenta que este verano intentarán pasarse por la Isla para presentar su disco de debut, el inclasificable "Ortopedias bonitas". Y es que el adjetivo de surrealista, el más utilizado para definir a la banda, se queda un poco corto; quizás el término demente se ajuste más a la colección de sorprendentes y divertidísimas letras que recita o, como ellos mismos reconocen, llora Miguel Ángel Blanca cual Robert Smith en su época más afectada. Escribía un periodista del "Rockdelux" que Blanca es una especie de mezcla entre el citado líder de The Cure y Coco de Barrio Sésamo. "De ésas hay unas cuantas", añade Julià, "alguien dijo también que era como el hijo de Robert ­Smith cantando en el lavabo".
La voz de Blanca es otro elemento más que añadir al carácter teatral de Manos de Topo. "Su papel es totalmente impostado, podría cantar de otra forma, pero buscamos eso para darle un perfil más trágico a las letras", explica el bajista menorquín. Además de Blanca y Julià, en las tormentas de ideas en las que surgen las composiciones también participan Alejandro Marzoa (teclado) y Rafa de los Arcos (batería). El método es muy sencillo. Quedan a tomar café, ven un culebrón si se tercia y hojean alguna revista del corazón. A veces terminan jugando a la consola, pero otras consiguen piezas como "Balas en Dalas", una de cuyas estrofas dice: "En la primera guerra meridional sé que soñaste conmigo/estaba pensando en invitarte a cenar y me pegaron un tiro./La vuelta ciclista del 63 no la llegó a acabar nadie. /John Fitzgerald Kennedy quería saludar y eligió un descapotable".
Pero a la hora de buscar referencias, no hay que irse demasiado lejos. Escuchar a Manos de Topo remite directamente a una de las bandas más singulares, e injustamente poco reconocidas, de España, los zaragozanos El Niño Gusano, y a Antonio Luque de Sr. Chinarro. Curiosamente ,"ninguno de los cuatros les habíamos escuchado antes", confiesa Julià. Pero sin ningún lugar a dudas la conexión existe por la vía surrealista. "En nuestras letras hay muchos elementos cotidianos, y cuando los juntas todos puede acabar dando un aspecto surrealista al trabajo".
Dicen que el sentido del humor en una de las muestras más notables de inteligencia, y tras escuchar "Ortopedias bonitas" queda claro que de eso van sobrados. Julià señala que ninguno de los cuatro cuenta con una tradición de haber escuchado mucho pop español, pero de alguna forma Manos de Topo ha pasado a formar parte de ese pelotón de bandas que han hecho de la ironía su bandera, como Siniestro Total, Los Toreros Muertos o Glutamato Ye-yé. El grupo se formó hace cuatro años de la mano de Blanca y Marzoa cuando se reunían para tocar en fiestas de amigos o cumpleaños con un teclado Casio Pt-1, una de las señas de identidad de la banda. Ahora les llaman de festivales y se han propuesto incluir Menorca en su gira veraniega.
Como apunte final, una advertencia: escuchar "Ortopedias bonitas" no es en absoluto una tarea fácil. Eso sí, si logras superar el primer intento, te arrastrará para hacerte reír con las historias más tristes del mundo. Lo que está claro es que se trata de un grupo que no deja indiferente, algo que en los tiempos que corren ya es mucho.